jueves, 25 de diciembre de 2008

Levedad, de Marta Antonia Sampedro



FELIZ NAVIDAD Y AÑO BUENO 2009,
DE PAZ, DE AMOR,
DE SALUD Y DE ALEGRÍA.


Ven a mi casa,
corazón tranquilo;
siéntate a la mesa
de miel tibia
y verdes aceitunas.

Ahuyenta
del espíritu islas,
sé mi lámpara
en la noche,
cálida estrella
que la luz no oculta
ni el mejor vino.

Para todos
nació Jesús.

La Paz
es el camino.



sábado, 13 de diciembre de 2008

Del revés soy poeta, de Marta Antonia Sampedro



Puede que piense al revés,
que cada paso al revés
me lleve a versos,
que al revés actúe
por los caminos derechos
socialmente indicados
a deber,
y que al revés responda
cada vez que del revés
pienso
cómo actuar bien.

Que me levante
con el pie izquierdo
tras las noches
de sueños del revés,
me mire
un mal de ojo
que observo ciego,
crezcan los enanos
que sembré al revés
y que el revés sea
quien yo me siento ser.

Al revés escribo
en papel adverso.
Del revés confío
en las sílabas
que leo del revés,
al revés naciera poeta
y al revés creciera
en un mundo
que al revés entiendo
mejor que del derecho
consiga entender.

Del revés amo
a quien no debiera,
adecuadamente
soy amada
y se tornan del revés
las esperanzas
que no comprendo
sino del revés.

Son del revés
mis proyectos
más aconsejables,
y cuanto del revés creo
en templos al revés,
rezo del revés
oraciones
por sortilegios.

La arena llega
a los barcos,
y nadan estrellas
al cielo mirando
un gentío
que intenta del revés
llenar vacíos
pensados al revés.

Es el trece primero de mes,
y martes día de descanso,
me embarco y del revés
naufrago
con una bandera de letras
que del revés cosida
en domingo elaboré.

Un revés y otro
recibe mis ilusiones,
y del revés de la tierra
me abrazan raíces
hacia nubes
que no se dejan
vencer,
porque piensan
del revés.

Y a veces,
sólo a veces,
oigo las voces
de los correctos:
-Anda, poeta,
diles a tus nubes
que llueva-.

Y del revés truenan
poemas
que nacer quisieran
nacer,
siempre al revés.

Y llueve.
No se sabe por qué.
Del revés.

De la obra de la autora, "Arma de pluma".

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Monturas..., de José Joaquín Sampedro Frutos. A su memoria.

Cabalgando en monturas de hierro
Voy lanzando silenciosas maldiciones
Recordando extraños sucesos
Que me han traído a esta ciudad
Oigo gritos apagados que se pierden
Entre frías y oscuras callejuelas
Los gemidos de los hombres
Tan parecidos a los de las bestias
Gritan porque llegan
Oscuros barrenderos
Que limpian los sueños de las aceras
Gritan porque llegan
Oscuros barrenderos
Retiran la escoria del sistema
Amanece en la Rambla
Me guiñan el ojo las luces de los bares
Me guiñan el ojo sonrientes traficantes
Mientras que en el aire espeso de la noche cobriza
Se esparce el aliento de la muerte
Con enfermedades de tipo coronario
Con enfermedades cardiovasculares
Con enfermedades de tipo infeccioso
Con enfermedades, todas similares
Pese a que
Oscuros barrenderos
Limpien los sueños de las aceras
Pese a que
Oscuros barrenderos
Retiren la escoria del sistema
Amanece en la Rambla
Palomas tullidas en mil desamores
Africanos perdidos en el paraíso
Vagabundos que desmontan sus camas de la piedra
Yonkis solitarios tras su dosis matutina
Enemigos de la escoba
Huyendo del sol
Como sombras abocadas a un oscuro portal
Porque llegan ellos como un batallón
Trajeados de uniforme y con gafas de sol
De azul, de rojo, de verde o marrón
Son sus porras en ristre y su aire vacilón
Ellos son
Los oscuros barrenderos
Que limpian los sueños de las aceras
Ellos son
Los oscuros barrenderos
Retiran la escoria del sistema
Amanece en la Rambla.

Fragmento de la novela “Los estorninos”, de mi amado y recordado hermano José Joaquín.
A su memoria.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Silencio escrito, de Marta Antonia Sampedro


Cada cierto tiempo
muere alguien que conozca.

Salgo a la calle y Linares
anuncia a los vivos muertos
en el Hogar del Pensionista,
en Las Ocho Puertas
en la boca de las bocas
o cable telefónico y antenas
muere alguien que conozca.

Y me llevo al muerto conmigo,
a mi casa de soledad y pan tostado
y de aceite de oliva en la patria
de los olivos más antiguos.

Le digo siéntate y hablemos,
no me asusta que estés muerto,
yo te sigo viendo como siempre,
los vivos nunca entran a mi casa
sírvete queso y vino,
los compré con esfuerzo
para la ocasión, bebamos, amigo.

Y cada cierto tiempo se beben
los momentos por cuanto luché
con motivos y sin motivos,
se acurrucan en el salón
como niños perdidos
y me dicen que la paz me duerma,
el camino siempre espera
en cualquier vereda sin ruido.

Y cuando cada cierto tiempo
vienen otros también conocidos,
ellos se van de mi casa
y de las paredes de todos sitios
en adioses de silencio escrito,

a morir como desconocidos
con sus anhelos y sus olvidos.
De la obra de la autora, "Recuerdos y otros inventos"

domingo, 9 de noviembre de 2008

Niña aceitunera, de Marta Antonia Sampedro


A toda la infancia obrera del mundo.


Niña menuda y oscura,
qué valor llevas
en tu lata
con asa de alambre,
si cuanto
de escuela pierdes
hará que Jaén entera
no sea suficiente,
para que aprendas a ser
mujer obrera.

No tienes más cuerpo
que los frutos que recoges
atenta a llenar tu lata,
para alimentar ricachones
que ni viven
en tu pueblo,
ni en qué áspero lenguaje
la tierra te habla.

Dile a tus mayores
que los libros
no se comen,
pero fortalecen,
como sabrosos manjares,
los sueños
de los padres.

Y deja tu herramienta
en la ermita,
y no esperes
el milagro
que no se trabaja,
destruyendo latas
de niños pobres.


(C) Marta Antonia Sampedro Frutos (2005)




miércoles, 5 de noviembre de 2008

A nosotros no nos mira nadie, de Marta Antonia Sampedro

Los dioses valen menos
que las banderas.

Yo expreso
que mienten quienes dicen ayunar,
para compensar la furia
que a los dioses provocan
los pecados de los ateos
-qué dios adoran éstos,
sino la osadía objetiva,
subjetiva intuición,
libertad, en definitiva-.

Sin dioses no hay ley,
más que la norma de ser honestos,
valientes, débiles o sinceros,
sin miedo al puñal eterno
y golpes de pecho
con transacciones de rezos.

Qué guía es para ti
encender velas a ciegas;
que a culpas tu frente rompa
un muro de piedra.
Tener alfombra o suelo,
lucir pañuelo
o cabello al viento.
Lugar de exclamaciones;
considerar impurezas
células muertas.
Pasear estatuas espantadas
de dolor y tintada sangre.
Qué giro el sol y la luna tengan.

Ese pensar que te acechan dioses
para no matar, mentir, traicionar,
robar, ir por delante del pecado,
si al hacerlo te absuelve el rezo
a una figura sin existencia,
que no puede contestar.

A nosotros no nos mira nadie.
Sólo el valor ajeno
si nuestras palabras
van por delante nuestro.
Un respeto por la vida
sin miedo al fuego o cielo.
Un acierto en la igualdad
de líneas, tierras, géneros.
Alimentos que nada digan
de tu dios,
del dios de otro
o de ninguno,
sino exterminar pobreza
usando lo que vemos,
sin más premio
que alcanzarlo.

Los dioses valen menos
que las banderas,
-éstas pierden
el miedo al gran ojo
y a los tronos en reserva,
y no entienden de rodillas
para conformarse-.

Y los pasos de sus siervos,
libres del terror a su dios,
es su expresión
de si vale o no,
creerlos,
y que tomen cuerpo.


(C) Marta Antonia Sampedro Frutos (2005).

martes, 28 de octubre de 2008

La estrella de Goliat, de Marta Antonia Sampedro



Reunidos un par de rebaños
sobre pastos mullidos
me dicen no fumes
obedece la ley de humanos
en vez de no cantes salmos
no controlados,

tienen blancos los trajes
y negras las corbatas
me dicen descansa más
en vez de no vivas tanto,

lucen palabra de dios
y sílabas amarradas
me dicen no te agotes
en vez de no escribas versos
no importunes a los todopoderosos
verás, te hundiremos a saco,
te advertimos orando,

todos se aman demasiado
y se miran de reojo
por si acaso caín anda disfrazado
refuerzan su onda de acero,
me dicen baila tus huesos
en vez de no defiendas a los ateos,

celebran la vida eterna
anticipadamente anunciada
me dicen vive tranquila
en vez de estás condenada,

señalan de mi frente de poeta
la estrella rebelde de Goliat
me dicen solitaria amarga
en vez de feminista libertaria,

se pasan caldos calientes,
bodegas enteras frías
me dicen que beba es gratis
en vez de embriágate
como nosotros los elegidos,

y sigo mirando atenta
sus trajes blancos inmaculados
con un cigarrillo en la mano,

cantando rimas prohibidas
por dirigentes de mentiras,

descansando al vivir la hierba,
extasiada de escribir risa y lamento
apartada de sus desconciertos,

bailo sin ellos y pienso
qué tranquila y condenada me siento,
alabados sean los versos ateos,
solitaria por gracia y decidida,

aunque no ebria
del vino por sangre
en la comunión
de nadie tan perdido
que necesite culparme
de sus delitos tibios.

Mientras tanto,
Dios ya se ha ido
hace bastante rato.


(C) Marta Antonia Sampedro Frutos (2005)

martes, 21 de octubre de 2008

Dónde están las mujeres, de Marta Antonia Sampedro


En la Isla de la Paz,
había tanta paz
que fui cauto
(desde cuándo la paz
no conlleva guerra).

De igual a igual
los hombres me hablaban.
Comíamos a placer,
bebíamos caldos.
La madrugada igual era
que la atardecida.

Entrada la confianza,
pregunté
Dónde están las mujeres,
cuando no nos sirven
la mesa,
las ropas perfumadas
y cosidas,
nos preparan la cama.

-¿Alguna, en concreto,
es tu deseo?-
me preguntaron,
abriéndome el paso.

Contesté
No entiendo.
Todas van ocultas
con mantos religiosos.
A ninguna distingo
o reconozco.

Rieron mi inocencia,
que yo expresé evidencia.

-¿Tu dios permite la igualdad?-
me interrogaban,
como quien habla
a un enemigo.

En la Isla de la Paz,
había tanta paz
que fui cauto
(desde cuándo una verdad
no conlleva una mentira).

De la obra de la autora, "Bitácora de errantes"

sábado, 18 de octubre de 2008

Vivir de milagro, de Marta Antonia Sampedro

Un error marcó
la historia de la Humanidad.
Dos milagros se cruzaron
en la balanza del mundo:
el pan y el vino.

El pan de cada día,
quedó en blando y duro.
El duro para los pobres,
que ablandan con sudor,
y para los ricos el tierno,
que riegan de lágrimas duras
cuando baja Wall Street.

El vino de cada día,
lo beben dulce los ricos,
haciendo un brindis de Bohemia
en grandes celebraciones;
el agrio es para los pobres,
que tragan con alegría
la uva sombría,
en bodas y pocas ocasiones.

A merced del capitalismo transgénico,
resistente a las plagas de protestas,
los milagros cruzados llenan arcas
de gobiernos ricos y potentes.

Y nos dicen que el vino agrio
dulce se ha tornado,
y el pan duro recién horneado.

Pero los ricos, ricos son engordados,
y más pobres los pobres embriagados.

Mientras los ricos rezan
para que la luz no estropee su vino,
el pobre reza
a la espera del milagro
de la leche,
para remojar en ella su mendrugo.

De los peces, no se supo.



(C) Marta Antonia Sampedro Frutos (2005)

martes, 14 de octubre de 2008

... Cometa soltada de la mano, de Marta Antonia Sampedro

Amar no se sujeta.

Es una cometa soltada de la mano
a merced de los deseos inesperados.

El huracán de las miradas,
ritmo de sangre,
gotas dulces y lentas.

Un planear sin límites
entre pausas silenciadas.

Buscar al otro,
un desespero
de no caber en el viento.

Tocar acantilados.
Luego tierra.

El volar de la sorpresa.

Del libro de la autora, "Días en Singapur"

lunes, 13 de octubre de 2008

Velo de sirena, de Marta Antonia Sampedro

Cuando de nuevo muera,
no enterradme en la tierra.

Recoged mi cansado cuerpo,
mis pensamientos viejos
y lanzadme, despacio,
a las aguas de acequias,
mares o riachuelos.

Quiero morir pausadamente,
burbuja límpida de recuerdos;
a buceo de onda dormida
encontrar otra orilla,
quedarme tranquilamente,
ser vigía de mi espectro.

Faro cubierto,
o callada campana de iglesia,
barcaza hundida
y borrado nombre,
sin puerto.

Sirena ser ante la muerte,
de aguas quiero mi velo.

Alimento de nadie,
deshacerme en algas,
un sudario de verde intenso
y corrientes
que a libertad naveguen
hacia fuentes,
pantanos, glaciales,
lluvias de nieblas...

Muerte solamente.

El agua me abrirá
sus brazos de misterio;
sentiré que al fin vivo
mi muerte,
y me adormece un sentimiento
de regreso a un lecho
inundado de materia simple
y cieno,
sangre, turbio sudor
y besos.

Regresar al agua quiero;
beberme,
a sorbo de silencio,
aquellos suspiros nuevos
que no bauticen ideas,
documentos yertos,
papeles quemados
por sílabas de vientos.

No enterradme en la tierra.

Suplico,
a mis pobres herederos,
en las aguas ser
sirena muerta,
liberada de anclas y arados
que me apresen en tierra.


Primer Premio del Certamen de Poesía “Doña Luz”, 2004.
Excmo. Ayuntamiento de Doña Mencía, Córdoba.