viernes, 28 de mayo de 2010

Y el alba se llevó tu nombre, de Marta Antonia Sampedro



Hubo una joven en la noche
donde mayo dejó su vigilancia
buenas noches recuerdos
mañana será otro día,
noche de primavera
de un lunes en la madrugada,
ella duerme o está despierta
el tiempo en su estómago se aposenta,
buenas noches vida mía
mañana seré tu amor sincera,
noche sin estrellas frías
las manos de química llenas
ella piensa que los cuerpos
son tan sólo las ideas,
todos la amarán al fin
en las urgencias desesperadas,
pero está quieta en la mañana
con los ojos y la boca fuera,
alguien los ha cosido
sobre la camilla blanca,
para qué sirven abiertos
ni en el amor o los misterios
si la vida en su precipicio
sólo sirve para el recuerdo,
y así Alba con quince años
ya no se dio tiempo a borrarlos,
adiós amor la vida es oscura
adiós madre la muerte es oscura,
sus labios cosidos sus ojos cosidos
y llevada como hoja caída
descansa en paz sin saberlo
descansa en muerte sin querer.


(2010)

sábado, 22 de mayo de 2010

Las afueras, de Marta Antonia Sampedro

Mirando mayo
el volar de los pájaros
sobre la higuera viva
el golpe del agua
y el silencio pronombre
que las afueras tienen,

mirando mayo
taciturna y resumiendo
me quedo con ese tiempo
que es presente
y aún yace en las manos,

mirando mayo una mariposa bebe
del riego del membrillo
y aparece la niñez
en la sombra de un granado
y del dolor nos libera,

mirando mayo y su silencio
también hay visitas de pasados
que jamás murieron:
campos de olivares y trigos,
pitas uvas búhos vencejos,

en las afueras de pronto
la naturaleza nos reconoce
el corazón se acelera y duerme
como si jamás viviera el sueño.

Así fue la tarde en las afueras,
mirando mayo,
mirando mayo...

(2010)

jueves, 20 de mayo de 2010

Paseo de soledades, de Marta Antonia Sampedro

En los estantes de cerveza
100% alcohol,
zumos sin fruta,
azúcar sin glucosa,
pan sin harina
y sal sin mar
comprende que la sigues,
que tu soledad es la misma
que la de ella
aunque tu hija coma contigo,
te diga papi compra chocolate,
y tú la sigues y sigues
hasta los geles con aceites,
esponjas de colores,
bolsas de basura
y servilletas de lunares,

nada, acaso el perfume
de la soledad puede indicarte
que ese supermercado
no es más
que un paseo de consumo
apagando esperas
con bombones desnudos
cerrando dientes,
pipas sin girasoles
o velas de aromas
que no recuerden a nadie,

aunque la sigas ella no sabe nada,
no quiere recordar
que la presencia de un hombre
sea algo a inspeccionar
más allá de un cuerpo en sombra,
empuja el carrito
como quien lleva
a un muñeco muerto
que nada pueda expresar,

y continúas oyendo
papi cómprame chocolate,
mientras ella en ti siente
que la misma soledad
que piensa
no está entera en ella,
sino en porciones distribuida,

entonces, dices
ya, hija mía,
ya te compro chocolate,
justo cuando ella espera
en la cola de la caja
pagar la cuenta
de saberse acompañada
un instante,
deseada cuerpo de espuma,
sin saber tus ojos,
tu boca o peso corporal,
sino en brisa de momento,
cuando el muñeco llora
porque no tiene sentidos.

(2007)

lunes, 17 de mayo de 2010

Entre locura, de Marta Antonia Sampedro

Este de mes de agosto
he pensado tanto,
he observado tanto
y tanto he padecido lo ajeno
mientras no he existido para ellos
en el sentido puro de existencia.

En las mentes perdidas o lesionadas
día a día el desorden de la razón.

Han dicho tanto mi nombre
con las bocas agrandadas y los ojos secos,
sobre sus sombras han dormido
palabras sin metas
y ante sus espejos de recuerdos falsos
y verdades ciegas
calaban sus anomalías de vida
en mi mente de poeta.

Mentes con la química.
Seres con su ausencia
de resquebrajada sonrisa.

Una, y otra vez...
hasta no soportarlo.

Y buscando razón a la muerte,
dios mío,
la he encontrado.


(2009)

miércoles, 12 de mayo de 2010

Muerte súbita bajo el paraguas, de Marta Antonia Sampedro

Cortando mayo en la lluvia
camina sobre la acera
el ruido es más que agua pesada,

nadie sabe qué es el corazón sin tiempo
pero ella entiende cómo se mueve
igual que una balanza de almendras,

se moja los zapatos, la ropa, documentos,
esquiva personas como enemigos,

al fondo quisiera ver sus ojos
convertidos en pétalos de cerezo,
pero a los lejos está la fuente
con su pétreo minero al cielo,

el paraguas es un edificio endeble
que tan sólo le protege el pelo,

y llega a la puerta azul
invadida de números sin remedio
y al instante que no es tiempo
todo el pasado más estrecho
le aprieta el pecho y el sueño,

ella está inmóvil de presente
las luces giran
como sonido de polillas frías,

y alguien que le resulta ajeno
muere con el pulso
como un cromo de juego,

sabe que llegó el día, año, momento,
el pensamiento exacto de aquel futuro
en que sabía que sin sus besos
para nada sirve que llueva.


(2010)

viernes, 7 de mayo de 2010

Petición para la vida eterna, de Marta Antonia Sampedro


Buenas tardes soy yo
no sé si me recuerdas,

a veces hablo contigo y me oyes
o al menos eso pienso por costumbre
Señor de los aciertos,

cuando estoy aturdida y me sirve el consuelo
de la idea inyectada de fuerte y todopoderoso
para cualquier plan que te propongas
sobre todo los austeros,

pocos seres divinos pueden decir
que consigan llevar toda una vida infinita
vigilando a alguien que los moleste menos,

a veces sólo a veces que me pierdo
en los senderos del destierro,

y esta es una de esas veces
que te pido un deseo,

seguramente estarás muy ocupado
con todo este mundo raro
que dicen que formaste en siete días
-claro que en la tierra en siete días
se puede hacer poca cosa de provecho-,

yo por si acaso es cierto
aunque reservando dudas
te pido que si voy al cielo

no me asignes el lugar
donde coloques gozosamente

a tanto teatrero y gente de rezos
que reniegan de sus familias de padre y madre
porque no les amendicen lo que quieren
y bendicen tu nombre a olvido y sangre ignorada
vociferando condenas y paraísos verdes,

amando sin embargo cuidando
y esto es lo bueno
a quien no conocen desde la infancia
y sólo porque digan yo creo,

con tanta nube en movimiento y universo
algún espacio habrá disponible o disperso
donde poder instalarme felizmente sin ellos,

yo procuro ser buena persona
desde que me avisaron de tu existencia
-aunque confieso ya sabes que me dio miedo
claro que eso era el objetivo de lo perfecto-
ayudar en lo posible a tener parte en ese cielo
que muchos se reparten usureros
como mansiones con césped,

y prometo solemnemente no guardar respeto
ni al odio la intriga el precio o al desprecio
si me ofreces este deseo condicionado,

no es chantaje sino algo muy serio,

que no quiero estar con ellos,

y con fe puesta en que oyes todo
incluso el pensamiento más interno
me despido de esta petición
confiando vivir eternamente en paz
como hasta ahora e incluso más,

te saluda una fiel creyente
que no suele pedir vanos deseos
y no quiere hacerte perder el tiempo.

De la obra de la autora, "Reverso calamitas", 2008.

domingo, 2 de mayo de 2010

Historia-breve-de la felicidad, de Marta Antonia Sampedro

A Catalina Frutos García, mi madre.


Hay veces que soy feliz deprisa,
cuando paseo por las calles sola
y me digo en los silencios

todo pasa tan rápido...

Aquellos que nos dormían
en sus más hermosos brazos
en sus tiernas melodías
y ahora son mayores y sin embargo
hay días en que pienso
que sus ojos no han cambiado
menos aun sus sonrisas,

qué sería de mí
si no hubiera tenido madre,
y por lo tanto identifico
el amor materno en mis hijos
hasta cuando se enrabian conmigo,

mi madre cantaba en el Rumblar
lavando ropas de familia numerosa,

esas coplas andaluzas
en la voz de mi madre
siempre quedan en mi memoria
como el mejor bautizo en aguas
de los cerros más antiguos del pueblo,

Nina, canta Los Campanilleros,
Las Campanas de Linares,

mi madre y su voz
esa fue mi luz primera
por suerte en la vida,

desde al alba al anochecer
mi madre siempre está conmigo
en los recuerdos de los tiempos,

en cada planta y en cada eco
está la voz de mi madre,
desde Sierra Morena a los Pirineos,

no importa la distancia,
el trasiego de los años
porque la luz primera es la guía
de los mejores sentimientos.

Hay veces que soy feliz deprisa,
con sólo recordar el milagro
de saber que la felicidad
es brevedad eterna y sencilla,

y que aún estoy a tiempo
de cosechar futuro
recordando el amor de mi madre,
aquella que canta coplas andaluzas
por todos los senderos.

sábado, 1 de mayo de 2010

El hambre, del poeta Miguel Hernández, en el Día del Trabajo, Uno de Mayo

I

Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.

El hambre paseaba sus vacas exprimidas,
sus mujeres resecas, sus devoradas ubres,
sus ávidas quijadas, sus miserables vidas
frente a los comedores y los cuerpos salubres.

Los años de abundancia, la saciedad, la hartura,
eran sólo de aquellos que se llamaban amos.
Para que venga el pan justo a la dentadura
del hambre de los pobres aquí estoy, aquí estamos.

Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
los que entienden la vida por un botín sangriento:
como los tiburones, voracidad y diente,
panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.

Años del hambre han sido para el pobre sus años.
Sumaban para el otro su cantidad los panes.
Y el hambre alobadaba sus rapaces rebaños
de cuervos, de tenazas, de lobos, de alacranes.

Hambrientamente lucho yo, con todas mis brechas,
cicatrices y heridas, señales y recuerdos
del hambre, contra tantas barrigas satisfechas:
cerdos con un origen peor que el de los cerdos.

Por haber engordado tan baja y brutalmente,
más abajo de donde los cerdos se solazan,
seréis atravesados por esta gran corriente
de espigas que llamean, de puños que amenazan.

No habéis querido oír con orejas abiertas
el llanto de millones de niños jornaleros.
Ladrábais cuando el hambre llegaba a vuestras puertas
a pedir con la boca de los mismos luceros

En cada casa, un odio como una higuera fosca,
como un tremante toro con los cuernos tremantes,
rompe por los tejados, os cerca y os embosca,
y os destruye a cornadas, perros agonizantes.



II


El hambre es el primero de los conocimientos:
tener hambre es la cosa primera que se aprende.
Y la ferocidad de nuestros sentimientos,
allá donde el estómago se origina, se enciende.

Uno no es tan humano que no estrangule un día
pájaros sin sentir herida en la conciencia:
que no sea capaz de ahogar en nieve fría
palomas que no saben si no es de la inocencia.

El animal influye sobre mí con extremo,
la fiera late en todas mis fuerzas, mis pasiones.
A veces, he de hacer un esfuerzo supremo
para acallar en mí la voz de los leones.

Me enorgullece el título de animal en mi vida,
pero en el animal humano persevero.
Y busco por mi cuerpo lo más puro que anida,
bajo tanta maleza, con su valor primero.

Por hambre vuelve el hombre sobre los laberintos
donde la vida habita siniestramente sola.
Reaparece la fiera, recobra sus instintos,
sus patas erizadas, sus rencores, su cola.

Arroja sus estudios y la sabiduría,
y se quita la máscara, la piel de la cultura,
los ojos de la ciencia, la corteza tardía
de los conocimientos que descubre y procura.

Entonces solo sabe del mal, del exterminio.
Inventa gases, lanza motivos destructores,
regresa a la pezuña, retrocede al dominio
del colmillo, y avanza sobre los comedores.

Se ejercita en la bestia, y empuña la cuchara
dispuesto a que ninguno se le acerque a la mesa.
Entonces sólo veo sobre el mundo una piara
de tigres, y en mis ojos la visión duele y pesa.

Yo no tengo en el alma tanto tigre admitido,
tanto chacal prohijado, que el vino que me toca,
el pan, el día, el hambre no tenga compartido
con otras hambres puestas noblemente en la boca.

Ayudadme a ser hombre: no me dejéis ser fiera
hambrienta, encarnizada, sitiada eternamente.
Yo, animal familiar, con esta sangre obrera
os doy la humanidad que mi canción presiente.