sábado, 20 de diciembre de 2014

Vestida en constelaciones, de Marta Antonia Sampedro

             
                                       A mi madre.

Vestida en constelaciones
de la noche eterna del silencio
a tus pies las corolas duermen
que nada temo ya sin ti
espacios reducidos o grandes
ahora acunada por tu aroma
de tus manos sosegadas madre
y el destello de tu mirada
que necesito para vivir
blanquea de nubes tus ojos
el sigilo de los olivos
que te formaron de vocablos
y jubilosos te perciben
en el amor del reposo
las encinas y los tomillos
contigo se marchita mi origen
donde los cerros de Jaén
en las alboradas de diciembre
de dolor crujen y de vahos
de las materias de las sagas de tierra
hay en el cielo lindes de muchas esperas
porque no hay destellos que mueran
en los besos de tu fortaleza
y la lividez del póstumo día
te lleva consigo en encajes de estrella
hacia las ramas cristalinas del sueño
te reciben madre los que de ti fueron.

 (2014)
  


jueves, 20 de noviembre de 2014

Mujer atravesando un arco iris de niebla, de Marta Antonia Sampedro


Cuando no hay trigo
y el agua es de tormenta
en los espejos de los charcos
la corriente lleva las ideas
parémonos un momento
ante el perfil de las terrazas
donde la lluvia dejó ante ella
un arco iris de niebla
la ciudad es redonda en luz
pero agrisada y severa
ve pasar un hombre con paraguas
y no es él
y otro hombre descalzo
y no es él
y tampoco ese del sombrero
por qué lo verá en todas partes
es decir por qué cree que es él
ella quisiera disfrutar
de la luz sin color del arco iris
que tiene frente a ella
tal vez sea una trampa
que nadie sea él a quien ve
las neblinas se mueven
en remolinos delicados
qué querrán decir
si hablasen las nieblas
¿ecos sin lenguajes? ¿armas intangibles?
¿destinos engañosos? ¿someter al viento?
debe de nuevo leerse las manos
y ver su nombre en las hileras
un ave parece que duerme
dentro de la densidad de la niebla
ella aprendió a no fiarse de las apariencias
pero el ave es un pajarillo de la mañana
un pajarillo es valiente para el arco iris
¿por qué ella no lo es, si tiene digamos
mil veces más cuerpo?
respira adecuadamente
se siente un halcón en los aros
porque las gotas de las ventanas
a veces son los suspiros de volar
también los arco iris se pueden atravesar
tocando los cristales que los enmarcan
y ella se atreve a pensar que toca la niebla
y que sus dedos se forman de nuevo
porque ella un día y otros días
sabe que los arco iris atrapan los miedos
mientras una mujer quiere
-y consigue- caminar.


domingo, 19 de octubre de 2014

Esencia de otoño, de Marta Antonia Sampedro




Barre otoño los jazmines
el viento reseco del este
la luz melancólica del oeste
nubes que transitan acompañan
los pétalos amarillean
y el oso de la hormiga se sustenta
lleva para su invierno
los restos de piedras
en su mirada los ojos de la cueva
y en su halago la voz de la arena
embisten toros de papel
los muros de las olas tiernas
se calcan en el aire sus figuras
y no hay flores que resistan
de las garras sus fuerzas
pero nada devora la esencia
ni el tósigo marfil del oso
o los anzuelos de la cólera
porque no está en la voluntad de la bestia
que siempre los jazmines vuelan.


sábado, 20 de septiembre de 2014

Cuando los ojos... de Marta Antonia Sampedro Frutos


Mis ojos son grandes
en aquella casa que era de llanto
a veces regreso a llorar
cuando quiero verlos
ya no son miel sino pálidos
en ellos veo aquella casa
y percibo su espacio plano
 abro la puerta de hierro
la melancólica asoma al patio
y renace una lumbre
del carbón al árbol
saladas envolturas son los cantos
donde segura yo duermo
porque todos los seres que marcharon
deambulan por sus cuartos
en desvelo por mis ojos anchos
porque conocen en la ausencia
que aquella casa era de llanto.

sábado, 12 de julio de 2014

Para seguir poemando, de Marta Antonia Sampedro


Hace un año menos veinte días
yo hasta entonces inventaba mi vida
para vencer a la realidad
de labores explotadoras y capitalistas
y era feliz en esa vida
viajaba con las nubes a cualquier fotografía
y el mundo era un invento de piedras
-pero preciosas-
de casas
-llenas de alegría-
todo era inventado
-también mis poemas-
digamos que tanta perfección era atea divina
que los versos se contaban solos
mientras yo dormía
y siempre cuadraban altruistamente
porque en esta vida inventada
las matemáticas no existían
mi casa era mi familia
el cielo sin dioses una maravilla
y así con inventos se sobrevive
-a la mala vida-
y hace un año con veinte días
las nubes se dispersaron con una herida
tan antigua como los demonios encerrados
mis demonios llevaban medio siglo
queriendo salir de sus celdas
pero sedientos yo los mantenía
con versos y poesía
pero un día con más diecinueve
el aire mantuvo una frase oscura
sólo una frase fúnebre
y rompieron sus puertas inundando
mi corazón de inventora
y muchas paredes vacías
que yo había llenado de fantasía
los demonios cantaron victorias
y algunas letras torcidas
y me mostraron todos mis males callados
derribando antiguas sílabas
dejándome huérfana de inventos
este año menos veinte días ha sido largo
y las inundaciones con peritajes
han demostrado que todo cuanto alcanzamos
realmente es inventado
en el momento en que queremos olvidar
para seguir poemando y vivir entre inventos.

domingo, 8 de junio de 2014

Versiones de lo ajeno, de Marta Antonia Sampedro Frutos


Alguien pensó la catástrofe que representa
que cuatro patos sean la indigestión
de dos reactores de un avión boeing 747
que destroza cincuenta y veintidós vidas humanas
la nostalgia que vive un comercial
que esperando en una acera observa
el paseo de un hombre manco
paseando un perro cojo
y por cien vueltas que un reloj dé
alguien nunca llegue
la vida se escapa en esperas falsas
los niños encerrados
de la mujer que mendiga en la oficina
cincuenta céntimos para un pan
si todos sabemos que un pan vale treinta
para todos los que de momento no mendigamos
-pero callamos como enfermos que fingen salud-
qué piensa un estómago sin pan
el agobio de un jefe que tiene que manosear la mano
del poder político que avanza con su plan laboral antiobreros
alguien acaso sigue la pista de los patos huérfanos
de los que lloran las ausencias los engullidos inesperada
-trágicamente- las aberturas del maldito cielo
de las prostitutas que cobran a los cargos públicos
algo más que euros y silencio
y descartan el trabajo para la contabilidad
del frío de marzo de dos cerezos bajo las estrellas
a quién le importa lo ajeno
del suicida el color del ataúd o alguna cruz
qué importa el color de la madera en el fin del adiós
la marca de un trago del amargo páncreas
de un parado de larga duración
quién acaso le pregunta por su deneí de adhesión
cuántos patos eran la bandada en el cielo
total si eran sólo cuatro patos
contra un avión lleno de gente que viaja
alguien le preguntó a la cocaína que entra
en la nariz del camarero
cuántas noches quedan para el fin
el espeso tiempo que resta
para que una obrera sea la primera
para un despido improcedente
dónde están los patos que mueren
mejor dicho se rompen en quinientos despieces
en los motores de un avión
que nos dice que estemos contentos
alguien acaso lo pensó.



domingo, 4 de mayo de 2014

Son mis madres las golondrinas, de Marta Antonia Sampedro


Son mis madres las golondrinas
las espero impaciente en silencio
en otoño me esconden en la cuna
con agua dulce y viento
porque ellas no saben que no duermo
y me dejo despertar en febrero
entre sonrisas y bostezos
son mis madres antiguas
las golondrinas
me cuidan en los campos
y en las calles me rozan los cabellos
siempre traen de regalo
mensajes de geografías en sus cuerpos
un ala un verso
dos alas y un tiempo
son mis madres las golondrinas
se posan en el tejado
mostrándome sus hijos nuevos.

(C) Marta Antonia Sampedro Frutos

sábado, 29 de marzo de 2014

Cenizas en el garaje, de Marta Antonia Sampedro


Quién sabría que tu día era aproximado
porque los lechos finales no son
las camas que venden los comercios
sino las obscuridades y las mentiras
de la última mirada de un desconocido
que te abre en dos y luego en cien
para que asome la muerte y su firma
buscando el día exacto
donde nadie duerme algún sueño
tu lecho está ubicado
en la planta sótano homocigótica
local destinado a plaza de aparcamiento
con cerramiento mecánico eléctrico
la participación indivisa del olvido
número de finca desierto del rencor
para quien nunca tuvo vehículo
será posible que la conciencia
de quien te deja peor que muerto
alguna vez tome cuerpo eterno
-sería bonito que de fantasma-
pero ahí estás en las cenizas
ocultado al recuerdo en un garaje
disfruté que hablases ruso
por la calle de Isaac Peral
aquellas risas que esparcíamos
hablando de la revolución y Lenin
con tu blusa prestada y un café
finalmente o mejor dicho qué desgracia
un muerto no toma decisiones
estoy segura de que no quieres
pasar tus primeras noches de muerto oficial
en el sótano donde los coches
-tus gritos se oyen desde las cenizas-
pero ahí estás grisáceo oscuro
de tan ausente liviano en el ánfora
y si te sirve ya de causa
a todos nos parece un espanto
se nos resiste comprender
la  venganza homocigótica
de todos modos tú sabrás
que lo mejor de los cobardes
es que nunca sueñan ni estando vivos
cuando arrancan los gritos muertos en el garaje
porque saben que esconden las revanchas
en la urna de un hermano.


(C) Marta Antonia Sampedro Frutos


miércoles, 26 de febrero de 2014

Mañana cuando se vaya la lluvia, de Marta Antonia Sampedro


Mientras las nubes nos traen el agua
que no sabemos dibujar
ni seguir su hilo preciso
hasta el fondo de la tierra,
mientras llueve y se detiene
el gorrión que picotea pan seco
la cigarra agarrada al limonero
o los perros por las calles
están echados al sonido de la lluvia
bajo los tejados de las puertas de hierro,
mientras las hojas se doblegan
al peso de la tormenta
que empaña el aire de pensamientos
y mientras llueve no hay tiempo
ni de medir el espacio
ni siquiera sopesar qué somos
tras las persianas verdes,
mientras viene de las montañas el miedo
a decirnos que un segundo es la vida,
el estruendo final de la fuerza
los rayos que hacen crujir las higueras
y los campos comen agua y plásticos
el tiempo se escapa de las manos
donde nunca fue dueño,
mientras tanto los ladridos de los perros
es un aprendizaje diario a la muerte
que nos deja huérfanos sedientos.

(C) Marta Antonia Sampedro Frutos


sábado, 11 de enero de 2014

Vivir de milagro, de Marta Antonia Sampedro

Un error marcó
la historia de la Humanidad.
Dos milagros se cruzaron
en la balanza del mundo:
el pan y el vino.

El pan de cada día,
quedó en blando y duro.
El duro para los pobres,
que ablandan con sudor,
y para los ricos el tierno,
que riegan de lágrimas duras
cuando baja Wall Street.

El vino de cada día,
lo beben dulce los ricos,
haciendo un brindis de Bohemia
en grandes celebraciones;
el agrio es para los pobres,
que tragan con alegría
la uva sombría,
en bodas y pocas ocasiones.

A merced del capitalismo transgénico,
resistente a las plagas de protestas,
los milagros cruzados llenan arcas
de gobiernos ricos y potentes.

Y nos dicen que el vino agrio
dulce se ha tornado,
y el pan duro recién horneado.

Pero los ricos, ricos son engordados,
y más pobres los pobres embriagados.

Mientras los ricos rezan
para que la luz no estropee su vino,
el pobre reza
a la espera del milagro
de la leche,
para remojar en ella su mendrugo.

De los peces, no se supo.