lunes, 29 de mayo de 2023

Es cerrar los ojos y me olvido, de Marta Antonia Sampedro

 

Me gusta encontrar abiertas

las puertas de los vecinos

y oler las comidas que me traen

los aromas a hogar de la infancia

mi madre con sus recetas tradicionales

mi padre con sus especiales migas y pistos

esos momentos me llevan a quitar una losa

retomar que no todo está perdido

echar fuera que la tristeza

no sé en qué momento exacto

me pilló con las manos en la masa

desprevenida insolvente de alegría

desde las almenas más altas cayeron

una por una hasta las ganas de comer

pero comía

las de andar

pero andaba

de trabajar pero lo hacía

de escribir pero escribía

y de amar y ya no amaba ni queriendo

es cerrar los ojos y me olvido

porque olvidar es un don divino

ciertamente momentáneo pero suficiente

recordar tampoco es eterno

a no ser que algunas veces

los olores te regresen te dejen y giren

y te vuelvan a decir sigues viva este segundo.

 

 © Marta Antonia Sampedro Frutos (2023).

 

 

lunes, 1 de mayo de 2023

Uno de Mayo, Día de la Clase Obrera, de Marta Antonia Sampedro

 

Felicito a todas las personas que con su esfuerzo y sudor levantan este país y todos los países del mundo. Utilizo esta fotografía que pertenece a un cortijo muy querido por mi familia y por los habitantes de mi pueblo, Baños de la Encina, para ello. Antes de cambiar de propiedad y de aspecto, se llamaba “La Casería Manrique”. Eran sus guardeses mis queridos tíos Manuel Sampedro Muñoz y su esposa María Sánchez Flores. En los inviernos se encargaban de contratar y dirigir a l@s obrer@s agrícolas para la recogida de aceituna. Sin más condición de que fuesen trabajadores. Gracias a su valía, nadie quedaba fuera de poder llevar un salario a su casa, en unos tiempos franquistas donde la condición ideológica y de creencias religiosas podría excluir a ser llamado para trabajar. Ellos vivían humildemente en la casa que había para los guardeses, con esa dignidad tremenda que no va en función de tener o no tener bienes materiales. Las cuadrillas de obrer@s se pasaban el invierno recogiendo la aceituna y la infancia tras de éstas en la rebusca, en unos tiempos donde aún las máquinas no quitaban tanto pan a la clase trabajadora. Hacía mucho tiempo que Karl Marx había adquirido la “fea” costumbre de descubrir por qué y para quién trabajamos, pero se le excluía de ser leído e incluso era tomado como un demonio. Este “demonio” va llevando cada vez más razón que un santo, y la explotación laboral y la sinvergonzonería se está apoderando del derecho al trabajo digno, con un panorama desolador en fraude laboral y salarial y ante una burguesía que explotando a la clase trabajadora no tiene hartura de pan y de bienes y consentida, cómo no, por un Estado al que le importamos menos que un pimiento. Esta permisividad a la burguesía les hace pensar que somos de su propiedad y consideran que incluso pueden insultar nuestra integridad humana por el hecho de necesitar trabajar para subsistir. Mientras quienes los enriquecemos con nuestra esclavitud disfrazada de libertad no tenemos ni derecho a la palabra, los que tienen los medios de producción van quedándose impunemente con nuestro esfuerzo. Sin embargo, quienes hemos vivido tiempos sin Karl Marx, el prohibido, recordamos esos tiempos y encontramos similitudes en los actuales tiempos. Es decir, la burguesía impone sus intereses y continúa enriqueciéndose explotándonos. De todos modos, os deseo Feliz Día del Trabajo, que sea digno pues dignamente nos ganamos el pan de cada día, aunque siempre estemos amenazados con el desempleo y la pobreza, viendo cómo los ricos sin trabajar son cada vez más ricos y los obrer@s trabajando cada vez más pobres. Feliz Día, también, para Marx y Engels.

© Marta Antonia Sampedro Frutos.