lunes, 31 de julio de 2017

En el parque de Rafael Alberti, de Marta Antonia Sampedro


Todos los poetas lloramos

con normalidad por dos motivos

el primero por los corazones piedra

y el segundo por las víctimas que manejan

en estos últimos nos encontramos

abatidos y nostálgicos nos sentamos

cualquier banco del parque sirve

para un poeta que necesite llorar

nos ven -nos vemos- sentados llorando

los camiones de la basura

y los búhos que visitan los pinos

la blancuzca nube que cuelga

de la indiferente y cansada luna

como si nadie llorase de noche

sólo a los poetas se les ocurre llorar

todos los motivos se nos reúnen

en el parque bajo los cipreses y los toboganes

los besos que aún suenan el sirimiri de febrero

las hierbas que murieron cuando asfaltaron las calles

o los ojos que volaron con sus párpados y sus brillos

lloramos los poetas como si nadie nos llorase

lloramos por nosotros nos bastamos llorando

mientras los corazones piedras duermen

hay poetas echando a lágrima unas suertes

no quieren que lloremos por tenernos pena

sino que escribamos lo que vivan

los corazones piedra y las heridas

sin lágrimas que dejemos las sílabas

respetando las normativas municipales

que neguemos ser guiñapos de lluvia

nos acompañan sobre el césped del parque

con la piedad de comprender al poeta

y ya cansados de escucharnos

y de esperar a que Alberti aparezca

vestido de marinero en tierra

regresamos a la casa del amanecer

en un almanaque de proezas

iluminándonos esa bandera

de nieblas saladas.


(C) Marta Antonia Sampedro Frutos (2017)