domingo, 27 de mayo de 2012

Estrellas sin documento, de Marta Antonia Sampedro



Me entrego a tu ser
convertida en vuelo,
mis brazos nuevos
a tu disposición de amor.

Tu aliento los mueve,
planean sobre tu piel
al compás de tus deseos.


El horizonte de ti quiero,
mares donde navego
tu vello,
esas hojas de tus dedos
las copas de mi reflejo,
la meseta de tu pecho
mi cima del despego.

Me entrego a tu ser
quebrando mis lazos
de cualquier tiempo,
los días nacidos o muertos,
a la vida de tu seno
permanezco
por razón de ser
por serlo.

Mujer amada,
mi hombre
es mi lecho.

Los ríos son lentos,
bebidos a sorbos
en instantes ligeros.

Parado el mundo
por momentos.


Adentrándonos
en las razones
de nuestros cuerpos.

Qué opción la nuestra
sino recuperar la piel,
latidos y verbos
maltrechos.

Me entrego a tu ser
como gaviota en puerto;
la mar de ayer a lo lejos,
y olas son los vientos
remando en los sueños.

Estos destellos sin destino,
la luna asomando miedos,
y te observo pausadamente,
sin tú saberlo.

Al fondo sombras de encinas,
luz tenue en los campos,
surge en nuestro tiempo
el sentido verdadero
de lo correcto.

Presiento caminar los segundos,
revivo tus peores recuerdos,
y en versos
que jamás nadie te escribiera
los reconstruyo
para desaparecerlos.

A letra de suspiros
de estrella
en tus labios los escribo
a los míos presos.

Me entrego a tu ser
sabiéndote sueños en vuelo;
amarnos en aguas y desiertos
nuestro presente más cierto.

Aceptando este léxico,
poseer la práctica del deseo,
sin más documento de estrellas
que cuanto en huellas propias
en nosotros aseguremos.



(C) Marta Antonia Sampedro Frutos


jueves, 17 de mayo de 2012

Lienzos de piedras, de Marta Antonia Sampedro


La anciana duerme tendida
sobre el equipaje que es sábana
derrotada está la estancia
y a colores pálidos las paredes
por los suelos derramados
me vienen recuerdos de guerra
sin haberla jamás vivido
la alcoba es sótano de llanto
de palabras que no sirvieron
las horas quemados lirios
en los rastrojos de tormentas
ella es una niña ya cansada
de imaginar ser la anciana
la despierto con el miedo
de que ya no viva
y que la guerra haya sido cierta
dejándonos sobrevividas
con todos nuestros limbos
sin las hortensias crecidas
pero me mira y sonríe
aunque yo no sea su hermana
por quien llora un rato en las auroras
sus ojos embolsados
de silencios y desesperanzas
abren la dignidad a la vida
y pronuncio su nombre
buscado como si fuese un niño
que en la noche no regresa
y si ya almorzó y no recuerda
la pena se me agarra
como un relámpago sin yemas
sin duda alguna evidencia
que por aquí pasó la guerra
sin que nadie escuchara bombas
sin que alguien sufriera heridas
sin documentos de vivir muerta
mas que la anciana que ahora
atiende a sus zapatos nuevos
y a las muñecas los muestra
-pasearemos una tarde de estas-
protegidas en el paraje
por sueños y por olvidos
de todos sus lienzos de piedras.



domingo, 13 de mayo de 2012

Turno de mayo, de Marta Antonia Sampedro


Los surcos de la tierra
en los sembrados
me avisan de los ojos
que aún amo,
a su mirada la tierra
me acerca,
en vahos de animales de carga
y soles de luz rebelde
doblegados por luna entera.

Qué tren me adentra
en este destino
al que me entrego,
por desconocer sin ti
qué tengo,
huyendo de llantos agotados
y versos malheridos,
vivos días que murieron...

Al besarte,
perdí mi turno de mayo,
de mujer que progresa,
y dejé de ser pobre, rica,
apagado lucero, diurna luciérnaga,
nenúfar a la deriva y perdida maleta
(yerba andaluza hecha trizas).

Búscame desde Linares,
en esta noche de Tánger,
donde recuento presencias
sin encontrarte
las arenas a tu cabello,
ni las uñas estriadas
que rozaran tus labios
que me llaman,
desde cada aceituna
que Jaén pariera.

Regresemos,
amor de mi condena,
y plántate ante mí
con tus rubias cejas
que dora Sierra Morena.
Que ni tierras, mezquitas
o cuerpos...,
todo es piedra...,
harán que sea
quien renuncie a amarte,
y otros ojos suplanten
tu mirada perdida,
adivinándome el rumor
de promesa a espera,
por las calles de Tánger.


martes, 1 de mayo de 2012

Vivir de milagro, de Marta Antonia Sampedro



Día del Trabajo, Día de la Clase Obrera. Cuando reces,
 no olvides que tu pan es de tu sudor Obrero
y no de tu esclavitud.


Un error marcó
la historia de la Humanidad.
Dos milagros se cruzaron
en la balanza del mundo:
el pan y el vino.

El pan de cada día,
quedó en blando y duro.
El duro para los pobres,
que ablandan con sudor,
y para los ricos el tierno,
que riegan de lágrimas duras
cuando baja Wall Street.

El vino de cada día,
lo beben dulce los ricos,
haciendo un brindis de Bohemia
en grandes celebraciones;
el agrio es para los pobres,
que tragan con alegría
la uva sombría,
en bodas y pocas ocasiones.

A merced del capitalismo transgénico,
resistente a las plagas de protestas,
los milagros cruzados llenan arcas
de gobiernos ricos y potentes.

Y nos dicen que el vino agrio
dulce se ha tornado,
y el pan duro recién horneado.

Pero los ricos, ricos son engordados,
y más pobres los pobres embriagados.

Mientras los ricos rezan
para que la luz no estropee su vino,
el pobre reza
a la espera del milagro
de la leche,
para remojar en ella su mendrugo.

De los peces, no se supo.