lunes, 22 de octubre de 2012

Autodidacta, de Marta Antonia Sampedro


Acudí al juzgado
una tormentosa mañana.
Hacía días
que no me encontraba
nada bien, nada mal,
no me encontraba
de nada.

Una tormentosa mañana,
a rogar la solicitud
de mi partida de nacimiento,
para saber mi género asignado.

Las leyes andaban
vestidas de carnaval
y penitencias.
La juez de guardia,
embarazada,
casándose estaba
con un tipo de corbata
y dientes de plata.
Todo rutina.

Únicamente asistían
dos de familia,
y tres guardias de seguridad.
Todos estaban esposados,
era tal la confianza.
Solicitada fue mi presencia,
como testigo desconocido,
por saber firmar sin el pulgar.
Y como fotógrafa registré,
un amor tan bien avenido.

Es bueno que los jueces
se queden con la cara de uno,
al hacer favores no públicos.

La ceremonia,
me inspiró confianza
-balanzas de la justicia-,
y un poco de ternura
sin lagrimeo excesivo.

Pregunté el género
de la criatura futura.
¿Juez, o bandido?
Con los hijos, dijo la juez,
la vida te da alegrías,
así que lo importante es:
que venga bien
el pan bajo la axila.
Y dijo el bandido:
qué bien habla.

La secretaria de nacimientos
miró mi figura
por encima de sus lentes:
¿Qué hace usted aquí?
Me suena su cara.

Mas no me impresionó.
A veces pasa,
que el registro archiva
conocidos autodidactas.

Aunque hacía mucho
que nadie me saludaba,
y eso que deambulaba
noche tras día,
buscando mi casa esta.

Una tormentosa mañana,
en donde mi cadáver
le era familiar a alguien
que yo no esperaba.


miércoles, 17 de octubre de 2012

El loco del paraguas ya no tiene bicicleta, de Marta Antonia Sampedro


Esta mañana pasó a vernos el loco
con su paraguas grande
Buenos días señoritas
Buenos días caballero
Buenos días señor
El loco refinado bajo el sol
Muy amables señoritas
Muy amable caballero
Muy amable señor
Sin teléfono sin casa
sin enseres sin penas en la cara
¿Ustedes son felices señoritas?
¿Usted es feliz caballero?
¿Usted es feliz señor?
Con la sonrisa en la boca
cansado de caminar
porque le robaron su bicicleta
¿Ustedes lloran señoritas?
¿Usted llora caballero?
¿Usted llora señor?
Usando nombres conocidos
de gente de la ciudad
¿Ustedes sueñan señoritas?
¿Usted sueña caballero?
¿Usted sueña señor?
Esta mañana pasó a vernos el loco
con su paraguas grande
y nos robó respuestas sin contestar.


viernes, 12 de octubre de 2012

El aire viaja, de Marta Antonia Sampedro


Al fin, qué suerte el clima,
el aire ha visitado Linares
y quizá yo sepa de dónde viene,
invisible ser, inesperada visita.

Viene de Bailén ahuyentando
humos y sudor obrero.
Venenos.

Viene de Baños de la Encina,
romeros y tomillos secos
dejando en Linares hojas de los cerros...

Así lo pienso, que viene
de donde yo deseo
este aire viajero,
lanzador de petardos de vientos
en las plazas negras de vencejos.

Crujen toldos y maceteros,
las antenas dejan caer
sus mástiles de hilos,
aislando a las gentes
de televisiones y olvidos
despertándoles sus voces.

¿Aire jaenero quieres ser,
de bríos desconocidos?

¿El viento que nos revuelve
en este Jaén de fuerza y nubes?

Aquel aire que se lleva
recuerdos muertos,
rincones de lágrimas y fantasmas
que por el ascensor suben y bajan
saludando con mano blanca
a cadáveres vestidos de desgracia.

Arrasa el aire viajero
tesoros que regalo estáticos,
que de noche andan perdidos
por pasillos, nidos recogidos
en otros aires tan tranquilos
que espantan.

Sopla fuerte, aire que viajas
por rastrojos y olivos,
y renueva a tu paso
el sentimiento espeso
que ciegan vistas a paisajes nuevos,
ese contar pasos maltrechos...

Y ven a mi corazón
oreando este misterio
de amar una figura sin cuerpo
y ciérranos la mirada
para no vernos en sueños.

Bienaventurado,
viento que viajas...

Llévame contigo.
Aquí están mis alas.

Tráeme lo que no quiero. 


sábado, 6 de octubre de 2012

Las cuentas de la desdicha, de Marta Antonia Sampedro



"Dentro de nosotros existe algo que no tiene nombre, y eso es lo que realmente somos".

  José Saramago.



Un día quise comprender
al vendedor de amor
adapté una maquinaria en mi corazón
y comenzó a caminar
a velocidad máxima
en mi alma una gran mesa de madera
de gran raíz y cara nobleza
ardía consumida sin problemas
me coloqué en los ojos etiquetas
de nombres importantes
que ni saben si mi nombre
tiene tilde hache o vocal
a pesar de verlos diariamente
-claro que en las noticias-
miré a todos los hijos
de todos los seres humanos
como quien planifica
productos financieros
que deberían devolver
el esfuerzo de escucharles llorar
cuando no eran sino criaturas
y lucirlos por las plazas
y en las reuniones de familia
como dos céntimos enormes
donde se depositan los futuros
mis manos eran dos comercios brillantes
de anillos y de valiosas pulseras
dejé mi palabra en manos de otra boca
que sin embargo iba conmigo
a todas partes
y comencé a mentir
hacerme al buen disimular
un andante martirio
incluso en alto rezar
el primer día me fue bien
tal vez fue la novedad
todo cuanto inventaba era creído
soy tan infeliz te necesito
el destino existe
tus manos hablan de ti
tenía a mi lado
a todos los desdichados
incluso me sobraban
y en el círculo de la mentira
se puede ser hasta santa
a la segunda quincena todo cambió
vi pasar a la persona que era yo
reía cantaba amaba
incluso dormía ocho horas
con esa estupidez que tienen los felices
de cuatro cosas y un plan
y fue cuando todas las noches
a eso de las 11,30 llama a la puerta
para que la deje entrar y le lanzo mentiras
y quiero comprarla con excusas
para convencerla de que dejé esa vida
de consecuencias de luchas
honestidad desamparos huellas
pero no hay modo de que se marche
y me muestra al Ché Guevara
para arruinarme la conciencia nueva
que tantos placeres me procura
y trae consigo poemas caducados
firmados con juramentos
que me echa bajo la puerta
de un hombre que aún camina triste
pero yo lo veo feliz hasta diría muy feliz
con sus bienes inmuebles amasados
soñando que nos vemos en el espacio
y duermo contenta sabiendo
que esto no es vivir
pero me va digamos que mejor
que todas las maldiciones tienen
a saber por qué razones
las cuentas de la desdicha
insistimos en que no se noten
y que alguna vez nos abandonen
pero las mentiras secuestran
en todas las calculadoras
especialmente a solas.

lunes, 1 de octubre de 2012

En la tierra que nos avala, de Marta Antonia Sampedro


Será verdad que esta luna
que septiembre acecha
sobre los campos vivos
serenos de tormentas
es un recuerdo sostenido
el conjuro de las piedras
que moldean sus hileras
será verdad que la noche
mientras más estrellas luce
detiene en los deseos
los ejes que vendrán
es posible que sepamos
desde antes de nacer
incluso habiendo muerto
que la materia de manos
es hálito entre las sendas
migajas en la mirada
que envidian las palabras
o la desolación humana
en la oquedad de hormigas
que los pies pertenecen
a la inmensidad de las raíces
en la tierra que nos avala
de todas las ramas vividas
y en todos los paisajes
que formaron nuestros ojos
y el iris color de arena
somos sin descanso y pausa
vástagos de nosotros
quién sabe si esta luna
de tan huérfana es redonda
y alguna vez al dormir
-cuando somos no visibles-
del espacio se libera.