viernes, 12 de octubre de 2012

El aire viaja, de Marta Antonia Sampedro


Al fin, qué suerte el clima,
el aire ha visitado Linares
y quizá yo sepa de dónde viene,
invisible ser, inesperada visita.

Viene de Bailén ahuyentando
humos y sudor obrero.
Venenos.

Viene de Baños de la Encina,
romeros y tomillos secos
dejando en Linares hojas de los cerros...

Así lo pienso, que viene
de donde yo deseo
este aire viajero,
lanzador de petardos de vientos
en las plazas negras de vencejos.

Crujen toldos y maceteros,
las antenas dejan caer
sus mástiles de hilos,
aislando a las gentes
de televisiones y olvidos
despertándoles sus voces.

¿Aire jaenero quieres ser,
de bríos desconocidos?

¿El viento que nos revuelve
en este Jaén de fuerza y nubes?

Aquel aire que se lleva
recuerdos muertos,
rincones de lágrimas y fantasmas
que por el ascensor suben y bajan
saludando con mano blanca
a cadáveres vestidos de desgracia.

Arrasa el aire viajero
tesoros que regalo estáticos,
que de noche andan perdidos
por pasillos, nidos recogidos
en otros aires tan tranquilos
que espantan.

Sopla fuerte, aire que viajas
por rastrojos y olivos,
y renueva a tu paso
el sentimiento espeso
que ciegan vistas a paisajes nuevos,
ese contar pasos maltrechos...

Y ven a mi corazón
oreando este misterio
de amar una figura sin cuerpo
y ciérranos la mirada
para no vernos en sueños.

Bienaventurado,
viento que viajas...

Llévame contigo.
Aquí están mis alas.

Tráeme lo que no quiero. 


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