Felicito
a todas las personas que con su esfuerzo y sudor levantan este país y todos los
países del mundo. Utilizo esta fotografía que pertenece a un cortijo muy
querido por mi familia y por los habitantes de mi pueblo, Baños de la Encina,
para ello. Antes de cambiar de propiedad y de aspecto, se llamaba “La Casería
Manrique”. Eran sus guardeses mis queridos tíos Manuel Sampedro Muñoz y su
esposa María Sánchez Flores. En los inviernos se encargaban de contratar y
dirigir a l@s obrer@s agrícolas para la recogida de aceituna. Sin más condición
de que fuesen trabajadores. Gracias a su valía, nadie quedaba fuera de poder
llevar un salario a su casa, en unos tiempos franquistas donde la condición
ideológica y de creencias religiosas podría excluir a ser llamado para
trabajar. Ellos vivían humildemente en la casa que había para los guardeses,
con esa dignidad tremenda que no va en función de tener o no tener bienes
materiales. Las cuadrillas de obrer@s se pasaban el invierno recogiendo la
aceituna y la infancia tras de éstas en la rebusca, en unos tiempos donde aún
las máquinas no quitaban tanto pan a la clase trabajadora. Hacía mucho tiempo
que Karl Marx había adquirido la “fea” costumbre de descubrir por qué y para
quién trabajamos, pero se le excluía de ser leído e incluso era tomado como un
demonio. Este “demonio” va llevando cada vez más razón que un santo, y la
explotación laboral y la sinvergonzonería se está apoderando del derecho al
trabajo digno, con un panorama desolador en fraude laboral y salarial y ante
una burguesía que explotando a la clase trabajadora no tiene hartura de pan y
de bienes y consentida, cómo no, por un Estado al que le importamos menos que
un pimiento. Esta permisividad a la burguesía les hace pensar que somos de su
propiedad y consideran que incluso pueden insultar nuestra integridad humana
por el hecho de necesitar trabajar para subsistir. Mientras quienes los
enriquecemos con nuestra esclavitud disfrazada de libertad no tenemos ni
derecho a la palabra, los que tienen los medios de producción van quedándose
impunemente con nuestro esfuerzo. Sin embargo, quienes hemos vivido tiempos sin
Karl Marx, el prohibido, recordamos esos tiempos y encontramos similitudes en
los actuales tiempos. Es decir, la burguesía impone sus intereses y continúa
enriqueciéndose explotándonos. De todos modos, os deseo Feliz Día del Trabajo,
que sea digno pues dignamente nos ganamos el pan de cada día, aunque siempre
estemos amenazados con el desempleo y la pobreza, viendo cómo los ricos sin
trabajar son cada vez más ricos y los obrer@s trabajando cada vez más pobres.
Feliz Día, también, para Marx y Engels.
© Marta Antonia Sampedro Frutos.
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