Si nos dijeran que García Márquez ha escrito que durante una epidemia los muertos se amontonaban en las calles de la ciudad y las familias los guardaban en sus casas hasta que el olor era insoportable a pesar de que aquella enfermedad dejaba sin olfato ni gusto y por muchos ventiladores el hedor invadía la ciudad y secaba las lágrimas y que el mandatario para paliar la desesperación les regaló ataúdes de cartón para que cada cual introdujese al muerto en él y lo llevase al cementerio pero que debido al avance de la muerte se mojaba y también por la lluvia y de nuevo caían al asfalto los muertos desbaratadas sus mortajas y los volvían a introducir con los ataúdes deshechos y así poco a poco conseguían a llanto y gritos comprobar que estaban completamente solos ante la epidemia y no es una novela de un premio nobel porque tantas veces las desgracias superan a la ficción eso lo saben a la fuerza los pueblos y aunque lo pudiera parecer para quien poco haya sufrido esto no es por lo tanto un relato de Gabriel García Márquez sino la historia cruel y triste que están viviendo estos días los ciudadanos de Guayaquil, en Ecuador.
© Marta Antonia Sampedro Frutos.
8 de Abril de 2020.
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