domingo, 1 de septiembre de 2013

En cualquier lugar de agosto, de Marta Antonia Sampedro


Una lógica es que estando
en la fiesta del pueblo
observando el campanario,
las gentes conocidas de siempre
mientras la orquesta desafina o acierta
el alcalde comunista se sienta en la piedra,

muchos recuerden cómo eras de niña
y te pregunten cuántos hermanos
emigrantes aún quedan,
el castillo se venga encima
llevando mil años pareciéndolo
a pesar de ignorarlo por costumbre,

una lógica es que mirando
los destellos de los jazmines
que te vienen sin buscarlos a olerte
las casas caídas bajo la luna llena
y las nuevas sobre la memoria callejera,
te veas reflejada en las niñas que corretean
con sus vestidos amplios planchados
y sus sandalias de verano relucientes,

trasieguen las nubes de la noche
acariciando las hojas de olivares
mientras recuerdas a seres que viven
aun sabiendo que ya son cruz
en el cementerio más lejano y triste,

una lógica es que escuchando
las letras de los diálogos festivos
se agolpe todo cuanto fuimos
en todas las partes donde nos sentimos
medio muertos y medio vivos,

entre todo esto es lógico que conduciendo el auto
a la luz del campo dormido
cuando aparezca una lechuza
volando ante el cristal
cruzando la campiña sus alas de lino
las luces de emergencia se enciendan
para apartar del camino a un ave
deslumbrada quieta joven
y más allá una estrella fugaz te resucite
otros agostos
y concretes el pensamiento más urgente,

lo lógico es que pidas
el deseo más grande que tienes guardado
y escondes,

-sólo las estrellas no preguntan motivos-

y así una piensa ahí va el desafío
con este no creo que puedas,

tener la suerte de que mis ojos no mueran
antes de volver a verte aparecer
en cualquier lugar de agosto,

y la estrella responda
no es posible de sobras lo sabes
pide otro antes de que muera,

lo lógico es que al día siguiente
cuando vuelve la noche
y abundan las pedigüeñas estelares
con luna o sin luna con aves o sin ellas
recorriendo pensamientos y nubes deshechas,
una siga en el mismo tono
aburriendo estrellas que nunca amaron.
  

(C) Marta Antonia Sampedro Frutos


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