domingo, 11 de agosto de 2013

El cielo es de nadie, de Marta Antonia Sampedro



Es un mundo la bóveda nocturna
un espacio de toda una vida
en los parajes de luz
recuerdo el cine de verano
una niña está en mi cadera
 y un niño sujeta mi falda
ruego al anciano portero
que nos deje pasar de balde
se hace el duro una media hora
porque no deben quedar testigos
las estrellas se expanden
es un mantel de manjares para pobres
y sólo queda la luz de la taquilla
y nuestras sombras quietas
ojos de miel y verdes
somos brillos de gatos
que se adentran en la oscuridad
de marcas resplandecientes
luego está la enorme capa
donde las luces eran lámparas
el castigo de haber nacido
en un lugar de estrellas
el sonido de la fábrica
y los obreros peleando
a ver quién supera el halago
a los encargados
nadie es de parte alguna
sino de los infiernos
nos ha dejado dios está claro
perdidos buscando el cielo
quién podría amar
que no haya estrellas
en las primas del salario
y en este inmenso cosmos
donde la noche descansa
sobre las hojas del membrillo
resumo ahora la vida
en esa tendencia de excesivos
que nos reviven los llantos
y despiertan las sonrisas
acaricio la pequeña nariz
del niño de ojos tristes
en las crines de Pegaso
nunca tuvimos más caballo
que los destinos afligidos
regresamos al cine abierto
ya no necesitamos de la bondad
entramos sin concesiones
porque somos fugaces y livianos
el cielo es de nadie
y sin embargo de todas las gráficas. 


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