La noche avanza
y de pronto las estrellas adivinan los pensamientos,
esos que caen, amado,
como las hojas de otoño, sobre
el alma.
Y metida en tus brazos no hay piedras,
y en tus andares junto a mí
encuentro las perdidas sendas
aunque en silencio sepa que mueren metas,
atajos y belleza.
Pero no lloremos. No queramos saber nada
hasta que el alba asome sus alas.
Y al despertar, con tus risas me despertaré también,
y te diré de nuevo, ¿hablas en sueños?
En la luz olvidaré qué era aquello que debí decirte,
cuántas hojas renovaron los árboles
mientras ajenos al tiempo perdimos
el galopar de nuestros años.
Me miraré contigo en los espejos,
diré que nada es verdad, que todo falso, cierto.
Al tomar tus manos
volverá la tinta en nuestros cabellos,
y continuaré en tus pasos como antaño,
hace apenas un segundo, cuando al mirarnos,
tontamente nos sonrojábamos.
© Marta Antonia Sampedro Frutos.
Primer Premio del Certamen “Cartas de Amor”, “Ciudad de Bailén”.
De la obra de la autora, “La estrella atada y otras soledades”.
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