domingo, 19 de marzo de 2023

Quince años atrás, de Marta Antonia Sampedro

Feliz Día del Padre. Excepto para los maltratadores de mujeres y niñ@s, machistas, narcisistas patológicos y/o psicópatas, que arruinan y desgracian todo cuanto esté a su alcance. Son felices destruyendo cuanto otr@s construyan. En eso consiste su mediocre existencia.

 

“QUINCE AÑOS ATRÁS”, de Marta Antonia Sampedro Frutos.

No hablaba con él desde hacía 15 años. Por la gran amistad con su madre, pasamos a ser tía y sobrino, a no dirigirnos más la palabra. Ahora se ha convertido en un hombre ya adulto y padre de una niña. La última vez que hablamos, le había dicho:

-Eso no se hace. No se puede ir a mentir ante un juez, no se puede hacer eso.

Y él me contestó:

-Es que no me quiero posicionar con ninguno de los dos. Ni con mi padre ni con mi madre.

-¿Que no te quieres posicionar? ¡Pero si has mentido! ¿Y eso no es posicionarse a favor de tu padre? ¿Cuántas veces me has contado los maltratos que os ha dado a vosotros y a tu madre? Nadie te pedía que mintieras, sólo que dijeras la verdad.

Los motivos los supe horas más tarde. Un coche nuevo era el premio dado por su padre a ese hijo mayor y adolescente, por salvarlo de un juicio donde lo tenía bastante difícil no ir a prisión. Había dejado por mentirosos a sus hermanos, por mentirosa a su madre. ¿No era consciente de que él también quedaba, ante todos ellos, ante todos nosotros, por mentiroso? Pues siendo el hermano mayor, había sido testigo del terrible maltrato a todos ellos, él incluido.

El otro día abrazaba a su madre y hermanos; a mí también. Quince años han transcurrido desde entonces. Quince años que su madre no ha tenido a ese hijo, que lo ha visto posicionado con el maltratador de todos ellos, marcados ya para siempre con sus infancias destruidas, a su madre marcada para el resto de su vida, que lo exculpa constantemente porque dice que él también fue una víctima.

Ese joven, ahora ya adulto y padre, es de suponer que habrá aprendido la lección. Pero su aprendizaje de vida ha dejado víctimas doblemente; creo que él comprende que desde entonces no es el mismo, pues quince años atrás también todos le dejaron de hablar por dejarlos de mentirosos. Porque colaborar con los verdugos no deja inmune a nadie. Todo ello lo irá intentando olvidar a lo largo de su vida. Ahora es capaz de mirar a su madre y hermanos; de regresar, en cierta manera, a ser el hermano mayor que un día fue y que es el sustitutivo, en muchas ocasiones, de la ausencia de un padre o de un mal padre. Pero me dio la impresión, tal vez subjetiva debido a mi conversación con él, de que al vernos, después de tantos años, recordó lo último de hace quince años; pues, al abrazarnos, como tanto tiempo atrás lo hacíamos como tía y sobrino, me dijo: “Me alegro mucho de verte”, con la mirada cabizbaja. No debería lamentar que yo también fui testigo de su conversión en un arma destructiva por un malvado ser. Yo también me alegré de verlo y de escuchar de nuevo su voz, que es algo distinta, ya por los años transcurridos, por la preciosa ley de vida. Y de que abrazara a su madre.

 

© Marta Antonia Sampedro Frutos (2023).


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