martes, 6 de marzo de 2018

Junior y la sonrisa, de Marta Antonia Sampedro


Ya he viajado por todo el mundo
dijo muy serio junior a su papá
Y los pobres siempre sonríen.
Con mucho esmero se vistió de pobre
por la puerta del servicio salió de la residencia
paseó por la gran avenida de la ciudad
y observando la pobreza
concluyó que no había diferencia
que todos los pobres eran alegres
pero que a él no le venía sonreír
porque iba disfrazado.

Es un manifiesto sin decreto
una señal de común identidad
si sonríes eres pobre esa raza tan general
que va con la boca por delante
debería ser cierto y exclusivo
que del dolor emana la risa
y del hambre la carcajada
del sistema que reproduce la pobreza
siempre una sonrisa nacería
el bando de la generosidad más limpia
la más temida amenaza la alegría
en las miradas en los pies desnudos en las chanclas
reparan los ricos en los pobres y ven que sonríen
en los vertederos luchando con las aves alimentos
rebuscando trapos rogando consuelo y lápices
obligados a callar besando los pies de sus amos
agonizando bajo las uralitas de sus tejados
o de cadenas en maquinarias
los pobres sonríen qué misterio tan extraño
habrá que controlar esa plaga
las vacunas prosufrimiento no hacen su efecto
ni los mejora la humillación humana
los pobres siempre sonríen dicen los ricos
y junior a su regreso por el mundo
en las guerras en las hambrunas en las pruebas
en los desiertos en las heladas
es la risa una venganza silenciosa
el acto más terrorista
cuando beben su agua sonrisas líquidas
cuando comen del caldero sólidas sonrisas
cuando recolectan los campos
siembran más armas sonrisas
si les lanzas un céntimo sonríen
si no reciben nada una sonrisa media
son un ejército de imparables
con su bomba dental encima
y sus labios nucleares.


© Marta Antonia Sampedro Frutos (2018)

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