Había dos desconocidos que
comían juntos.
Él comía en plato hondo,
ella en plato llano.
Él era muy amable, le
pasaba el pan.
Ella era muy amable, le
pasaba el agua.
Ambos se miraban queriendo
recordar
de qué no se conocían.
Ella no recordaba haberlo
soñado.
Él no recordaba haberla
besado.
Nunca un saludo anterior
voló en sus palabras.
Entre los dos había por lo
tanto
una cuestión de existencia
ficticia,
porque comían juntos y
eran amables.
Alguna vez pensaron quién
de los dos
sería capaz de abandonar
la mesa aquella
de presencias sin nombres.
Él preguntaba te gustó el
almuerzo.
Ella decía está exquisito.
Fueron austeros consigo
mismos
porque nunca preguntaron
por qué estaban juntos
y el sol les daba al
mediodía.
A pesar de no conocerse de
nada
y tomar café juntos
sin las prisas de los
conocidos,
comían juntos y eran
amables
desde que se desconocían.
2 comentarios:
Parece,la historia de una pareja habituados a ignorarse, vamos,ni contigo, ni sin ti.
Mi madre, cuando escribí este texto, me dijo: "Esos dos de esa historia no se quieren y nunca se han querío".
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