domingo, 25 de noviembre de 2012

Poeta llevando un magnolio, de Marta Antonia Sampedro


Una enredadera esconde al magnolio
en el vivero de las esperas
la poeta entra por los perros y las puertas
en estos días el otoño está ausente
y por las noches aparece
con heladas y herrumbres viejas
dibujando en la oscuridad
neblinas blancas en las hierbas
en sus bolsillos está la identidad
-semillas rojas que piensan-
todas las raíces duermen
tomando sueños para no despertar
en los fríos de noviembre
un tajo de tijera rompe la atadura
según órdenes de la tierra
de no apresar a magnolios
hay sol en todas partes
incluso en las alas de los ángeles
que nos vigilan desde los montes
aunque sea otoño y no se sepa
la poeta mira al magnolio
con sus ojos de agotamiento
y él sus manos doloridas
de los que caen lápices
el automóvil es tan pequeño
para un magnolio que no sabe
adónde va sin sombra de enredadera
y así juntos por calles y edificios
la poeta y el magnolio
se reflejan en todos los cristales
de comercios y enjambres
y la vida continúa imparable
sabiendo que en los sueños
es posible la vida y su rescate
incluso sin sol de primavera
tardarán en saber sus nombres
que sólo las aguas enseñan
la poeta y el magnolio
se miran ya en la tierra
ella sus hojas salinas
él sus manos de letras.

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