jueves, 20 de septiembre de 2012

A esta misma hora pero sin nadie, de Marta Antonia Sampedro


Por qué sacar el tema
ya tenemos una edad
si yo te contara lo que pienso
en la tierra corta de la nostalgia
este café sabe tan amargo
que tú crees en el amor
pues claro igual que todos
hace tres días con un mes y treinta años
en la calle Roselló
a esta misma hora pero sin nadie
yo miraba su balcón
de geranios cargados de tizne
y a cada momento temblaba la calle
por las obras del metro urbano
pero mis manos ya te puedes imaginar

tú sabrás como yo
que un andaluz se siente extranjero
hasta en el pueblo de al lado
como verás y ahora que nadie nos oye
un hombre se desahoga en los besos
de cualquier mujer
somos menos delicados
pero sólo vive en los de una
esa desgracia se arrastra como sea
es una carrera de ataderos
de la que ya uno ni sabe ni entiende

te decía que en esa calle
donde el amor tenía de mensajeras
a todas las palomas de la ciudad
y el salitre del mediterráneo
ocupándome en las vigilias
yo miraba su balcón de planta sexta
que me recordaba al castillo de Baños
porque los de Jaén somos así de noveleros
y cuando el viento movía la cortina
yo notaba sus ojazos botones de mi piel
éramos olivo y aceituna
pero entiéndeme sin olivares

porque me hizo tan importante
digamos que un recién nacido
sin memoria y sin palabras
es iluso pensar que el amor todo lo puede
cuando es uno quien debe todo
y así de presuroso me pasaba el tiempo
que ahora siento como si un camión
me dejase aplastado en la calle Roselló
justamente en su edificio

pues claro que pienso en ella
desde que me levanto hasta el desvelo
miles de veces escucho enrabiado
Ese número no existe
cómo no puede existir
si la veo por todas partes
y hasta enfermo de cualquier cosa
y es porque el número no existe
no trabaje usted tanto
y es porque no existe
no te amargues como este café
y es porque no existe
nada existe sino yo con esto
se cruza el antidestino en los iris
y no sé ni cómo echarlo

me gustaría saber cómo está
y no volver a besarla
te lo juro que me resistiría
pero no existe
qué triste es la vida
pendiente de un número
que no existe
a veces cuando hago las cuentas
de lo que tengo y no tengo
un par de ellos se conjugan
me apresuran a la calle Roselló
y vuelvo a marcarlo
para volver a sentirla cerca

pero qué voy a hacer ya
pensar en no besarla
y no digas Eso nunca se sabe
los poetas vais por otros derroteros
sois los gloriosos del aguante
pero yo sí lo sé si no cuento el soñar
porque así lo tengo pensado
y hasta detallado con agravantes
y voy sobrellevando la vida
enfrentándome a un desatino
mejor no sigo hablando
este café está muy amargo
por qué me has hecho recordar
cosas que quiero y no quiero
ahora a ver cómo consigo
salvar el día de hoy
si ya no existe ese número.

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