domingo, 1 de julio de 2012

Poema- o cuando no queda nadie-, de Marta Antonia Sampedro


El mejor de los poemas
me lleva de la mano desde temprano
aunque ese día ser poeta no quiera
-todos tenemos días incompletos-.

Cuando sola visito la plaza
y los ángeles de bronce señalan
cielo pintado de sílabas vanidosas
que se desvanecen mayúsculamente
mientras sus aves burlonas las quiebran
entre el correr del agua plomada,

cuando paseo por los barrios pobres
y no hay dios o no lo veo de ninguna manera
pero encuentro a hombres y mujeres
que alguna vez creen haberlo saludado
porque bienestar social les ha dado bonos
para el pan de cada día
o un calendario con santo,

cuando pienso que los hijos de todas las madres
es posible que sepan que no solamente envejecen
años arrugas artrosis amnesias,
sino olvidos omisiones ológrafos perdidos
esos desamparos llamados tristezas aisladas
y regresan al beso materno y a las dudas.

El mejor de los poemas
a veces se escribe muy solo
aunque ese día no se quiera ser poeta.

Cuando amar es un abuso disfrazado
y en las tildes de la mentira resaltan en negrita
todos los mejores bufones acróbatas
de los paraísos más usados y vendidos.

Cuando los ejércitos maldicen los pueblos
a cambio de una migaja de poder
y dos bocados de disparos
se revolucionan los versos
de cualquiera que entienda de muerte fresca.

Cuando pienso que todos los poetas
llevan sus riquezas en un bolsillo estrecho
que de vez en cuando revienta por sus costuras
más tiernas,
y aún puedo ser la niña que fui
sin que nadie me compre con palabras
por no entender del redondez de monedas
sino de perros, dientes que caen, agua y piedras,
soldados de papel y generales sin banderas,
y los apartan de todos los sitios silenciosamente
porque valoradas del cero al diez
consideran inapropiadas todas las respuestas
de su comandancia en Letras.


Y luego llega la noche y sus sentencias
y se amontonan con sus ruidos
sus circunstancias y sus hazañas blandas
y se deben reunir calamidades y esperanzas
para dormirlas en sosiego anestesiadas.

Cuánto verso queda a las puertas del sueño
mas cuánto se pierde de día, entre los silencios.

Cuando ya no queda nadie sino el poeta
los modales quedan llenos de comparecencias.
Es entonces cuando se escribe
con los ojos cerrados
el mejor de todos los poemas.

(C) Marta Antonia Sampedro Frutos


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