martes, 12 de junio de 2012

Un hombre fingido, de Marta Antonia Sampedro


Y por unos días fui un dios
tomé el barro de tus lágrimas
la sombra de tu encina
giré las auroras
que siempre indicaban sur
y un día había un hombre
que no se reconocía
comía delicadamente
y devoraba a bocados
las sobras que escondía
su piel era más fina
que las nubes
y su alma un tatuaje
sin embargo recordé
que dios también quiso amar
pero ni convertido en hombre
aprendió.

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