sábado, 26 de junio de 2010

Testamento entre tiempos, de Marta Antonia Sampedro

Nunca me arrepentí de los días,

ni de aquellos donde era una hoja
donde cualquier dolor no percibiera
sino cuando el remedio es el olvido,
ni tampoco de los días
donde la vida era ligera
de la mano de alguien y su quimera,

nada en la vida me hará retroceder
excepto el corazón
y la muerte avanzando
a cada espanto de opresión,

aprendí a luchar por amor
y aprendí a aceptar el odio
del mundo y sus festines de venganzas
de quienes tienen buena presencia
y rezan a diario su vida eterna.

Una soledad me ampara diariamente,
y no me avergüenza dormir con amores sola,

voy de la mano con viejas palabras
llenas de borradores
y no queda más remedio que continuar
el texto de mí misma y mis temores,
voy de la vida al pensamiento
y siempre llego tarde
aunque temprano me levante.

Quisiera pedir perdón
a mi propio corazón y afines,
por los consejos mal dados
de aquellos que no me amaban
y querían ser testigos
de mi barro y mis desiertos,

por ellos mi camino era
nube de estación y gallo de veleta
y diluvios mis pasos sobre las piedras,

y nada de lo que pensaba
persiguiendo golondrinas en mi puerta
sale bien ni mal
sino que no sale,

y voy al recuerdo
como si fuese presente
y al presente como un futuro poético
que cae con las nubes negras
y a las blancas les da pase.

Así que moriré entre tiempos
que nada tienen que ver conmigo
sino con mis torpezas
y mis confianzas en quienes nunca pretendieron
sino salir de sus propias miserias.

De modo que aquí estoy
escribiendo mi testamento
de dolor y de fracaso
porque la vida es tonta
y nunca se acierta,

y de mi casa robad la higuera,
y el membrillo que planté
nunca dará membrillos
a quien no cuente cada días sus hojas,
para ver si la hoja que soy
a pesar de todo escribe poemas.

(2010)

1 comentario:

felipe dijo...

Precioso y muy sentido te ha salido del alma:Un abrazo