El viernes soñé que estaba en Perú,
en sus mercados de papayas y flores
en sus llanuras de arena de montaña,
la luz pálida en una ventana oscura,
los ojos de las gentes
entre alegres y desdichadas,
soñé que vivía y soñé que regresaba
a ver los besos del Pacífico en Barranca,
a los perros esquivar por los caminos,
a ver la vida y a que la vida me viese
cómo es la paz de dentro en Lima,
soñé que en sus calles saludaba
al librero de amarillentas páginas
a la serrana y su alpaca haciendo sombreros
al pobre ganadero estrujando esperanza
y a la quesera con sus plásticos
amasando dignidad anciana,
y retomaba un tiempo que escapa
o trae el recuerdo interno
por un detalle o sentimiento,
soñé que los charcos de los campos
eran limpios y sin misterios
de asustar niños despiertos,
y que las nubes me miraban
diciendo esta no es de aquí
pero a veces canta como ellos,
soñé que iba pensando
que los sueños son cortos
pero más corta es la vida
de un sueño.
(C) Marta Antonia Sampedro Frutos (2010).
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