domingo, 11 de abril de 2010

Traficantes, de Marta Antonia Sampedro


En Singapur todo está
bajo control.

El control de la tristeza.

A pesar de las autoridades
y sus advertencias,
por las esquinas marginales
al pasear pueden asaltarte
traficantes.

Los conscientes toman medidas
ante este peligro,
con voluntariado aleccionado
en recuperaciones imposibles.

Una noche,
planificando en mi desorden
cómo retomar el futuro,
se me acercó un hombre.

Me preguntó Estás sola.

Confirmé con la cabeza
una realidad
-la soledad en Singapur
es del triste
acompañante sincera-.

Abrió una caja nerviosamente.

Me mostró fotografías
en blanco y negro y colores.

Con el hombre que amo,
junto a otros que amé.
Con nadie
y yo sola.

Subida a un tren,
una bicicleta,
a un coche,
tomando el sol,
buceando desnuda,
con zapatos rojos,
descalza,
besando a gente,
siendo abrazada,
bajo un paraguas,
una bandera,
ante el mar,
una montaña,
tocando la guitarra,
sembrando árboles,
plantas,
lanzando piedras,
en una plaza de palomas blancas
y eclipses de lunas a medias,
acariciando a Dingo,
a la oscura y bella Sira...

Con mis hijos en mi almohada,
en mi madre embarazada.

Entre campos y animales,
Sierra Morena de semillas y aves,
en el frío Vic de escarcha y rimas,
mi amado hogar de Roda de Ter,
con mis hermanas...

Barcelona rambla de salada piel,
las sedosas arenas de Las Palmas,
Lisboa una obra de espera,
sorpresa de lumbre
y hombre Valencia.

Baños de la Encina
nubes por contar,
Córdoba letras y personajes,
mi casa Linares sin mar,
Cáceres más besos
y los paisajes
de su despertar
en mis senos...

Lugares olvidados me mostró
que en Singapur perdiera...
por el bien
de mis risas muertas.

A cambio de un pasado
el traficante me pidió ofrecerle
mi alma recuperada,
reconocer Singapur mi eterna patria
en los tiempos de que dispusiera.

Aquella feliz mujer
no era yo,
las personas ajenas,
papel de estampas
sus figuras tiesas.

En Singapur no sentía
haber vivido
cuanto el traficante
me mostrara.

Rechacé su tráfico de ilusiones.
Contesté No, gracias,
ya tengo pulseras.

Y continué paseando
por las calles
sin ella.


(C) Marta Antonia Sampedro Frutos (2003)

No hay comentarios: