lunes, 25 de agosto de 2025

El cielo es de nadie, de Marta Antonia Sampedro

 

Es un mundo la bóveda nocturna

un espacio de toda una vida

en los parajes de luz

recuerdo el cine de verano

una niña está en mi cadera

 y un niño sujeta mi falda

ruego al anciano portero

que nos deje pasar de balde

se hace el duro una media hora

porque no deben quedar testigos

las estrellas se expanden

es un mantel de manjares para pobres

y sólo queda la luz de la taquilla

y nuestras sombras quietas

ojos de miel y verdes

somos brillos de gatos

que se adentran en la oscuridad

de marcas resplandecientes

luego está la enorme capa

donde las luces eran lámparas

el castigo de haber nacido

en un lugar de estrellas

el sonido de la fábrica

y los obreros peleando

a ver quién supera el halago

a los encargados

nadie es de parte alguna

sino de los infiernos

nos ha dejado dios está claro

perdidos buscando el cielo

quién podría amar

que no haya estrellas

en las primas del salario

y en este inmenso cosmos

donde la noche descansa

sobre las hojas del membrillo

resumo ahora la vida

en esa tendencia de excesivos

que nos reviven los llantos

y despiertan las sonrisas

acaricio la pequeña nariz

del niño de ojos tristes

en las crines de Pegaso

nunca tuvimos más caballo

que los destinos afligidos

regresamos al cine abierto

ya no necesitamos de la bondad

entramos sin concesiones

porque somos fugaces y livianos

el cielo es de nadie

y sin embargo de todas las gráficas.


(C) Marta Antonia Sampedro Frutos (2013).

De la obra "Estancia de hojas".

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