Publicado en la revista "Siempre a mano" (Linares), 2005.
Hace unos días, tuve la suerte de
charlar con un cargo político de nuestra provincia, a la que no veía desde
hacía tiempo. Sobre cómo va Jaén, mi opinión era que esta provincia está fatal,
última de España en renta per cápita y otras opiniones adversas a que “Jaén va
bien”, que no gustaban nada, y ella me contestaba que siempre me quejo, para
luego insistir en que por qué no me marcho de aquí si no me gustaba. Fuera de
Jaén. Es buena idea, ¿no creen? Lo malo de inyectar la idea de marcharse de la
tierra de uno, es cuando se dice a quien de niña ya lo hizo por el mismo
motivo: a mis padres, al parecer, tampoco les gustaba Jaén, y emprendieron,
como millones de andaluces, la ruta resignada de la emigración. No les gustaban
los caciques, ni que no pudieran dar jornal por no ir a misa, ni ver a sus
hijos carne tierna de explotación en los olivares, cuidando marranos ni
fregando de rodillas las casas pudientes a cambio de un mendrugo de pan y agachar
la cabeza. No les gustaba ser carne de explotación para alimentar más miseria y
corrupción política. Ahora, nada de eso ocurre. Al fin Jaén es la maravilla que
Alicia pregona, y cómo se nota en todas partes. Cuando este cargo político aún
ni sabía cuántas sílabas, ideas y consecuencias lleva la palabra “socialista” -desconozco
si aún lo sabe-, muchas familias analfabetas sabían, fuera y dentro de Jaén,
cuántas tintas de sudor y llanto lleva la palabra “injusticia”. La política, al
parecer, le ha dado a ella la visión ante la crítica, que el franquismo ya de
sobras nos enseñó. Para eso, no hace falta ser sino una cara y una firma en una
lista cualquiera, donde ponga lo que ponga una se alista y prospere su casa y
su familia sin necesidad de atar una maleta. A los que no nos guste cómo marcha
Jaén, ya no es necesario que emigremos a Alemania, Cataluña o Madrid: podemos
irnos a La Mancha, que está más cerquita. Es lo malo de creer a los ciudadanos
un voto por sonrisa, salir en el Diario Jaén o Canal Sur todos los días, y
creerse toda ella Jaén: que se cree lo que diga por repetición de anunciarlo.
Sí, me alegró mucho charlar con ella. Me confirmó que Jaén, a pesar de sus
políticos, aún sigue siendo casi una pesadilla, que salva por los pelos un
pueblo que sí la merece mejor. Sin tener que abandonarla.
© Marta Antonia Sampedro Frutos (2005)
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