martes, 29 de diciembre de 2009

No pesan los versos vividos, de Marta Antonia Sampedro

Tengo cuarenta y siete años
y no significa sino aniversarios
algunos tristes otros amargos,
el último no fue tanto,
me regalaron poesía completa,
antes de ser divorciada
me sorprendían o eso decían
con anillos de oro o aspiradoras
que nunca usaba y arrinconaba
era mujer en una lista reproductiva,
estaba más sola que acompañada,

así que voy avanzando a mejor,

mi historial de desastres tiene ya
tantos archivadores de reproches
que he decidido desordenar el orden
para que cada cual viva
según su instinto indicado
desparramando sensaciones
por las paredes sin lamentaciones,

en los derrames oculares pienso
la sangre está en los partos
nunca en los entierros,
llorar no inunda sino silencios,

trabajo desde que me asiste memoria,
tengo pluriempleo de recuerdos
vendo tabiques usados o frescos,
y soy poeta obrera roja
por llevar la contraria dicen los sabios
con títulos de recortes falsos
y los fieles seguidores de sectas
mientras bendicen trigos robados,

eso me produce un bienestar tremendo,

comprobar que puedo declararme
atea compulsiva o creyente a secas,
inmadura adulta o adolescente perenne,
libre atada o amnistiada presa,
desnutrida rica arena
sin que sometida deba justificar

que solamente soy estos años
y sus vueltas,

ahora visito la oficina de empleos
y deseo figurar
que no sé hacer nada ni quiero
excepto tener cuarenta y siete años
bien o mal puestos en los datos,
me hace ilusión pensar
que nací sólo por nacer
y mirar pasar los barcos
luchando en las olas
del mar en pensamientos,

busco en la tinta ajena y propia
los misterios de haber tomado
caminos equivocados
sin haberme protegido la cabeza
ni bajo el sol o bajo luna llena,
imaginando que son personas fugaces
aviones que trasiegan
repletos de pasajeros sonámbulos
que sueñan que no se estrellan,

soy una oferta para cualquier hombre
de letras o ciencias,
sé coser, llorar, escribir, cocinar,
lo que debe saber una esclava adecuada
por escuela pública o privada,
entonces dicen cuenta conmigo
y unamos iniciales y las letras
y amémonos con el roce diario,
pero también sé contestar, reír,
leer, inventar, amar, pensar,
aquello que se sabe en las raras,

entonces la isla crece y las palmeras
en nuestra sola presencia,

y no es que me queje,
tengo en cuenta que el libro
de reclamaciones está en el cielo
o en el tajo de los mineros
y se ofrece cuando una muere
el conserje san pedro selecciona el sello
y lo envía urgente a dios pensante
en caso de no haber
acuerdo tácito con satanás
por convenio antidialogante
y tenga a mano las llaves
del purgatorio para poetas
mientras se firma y sea vigente
con el sindicato de la buena suerte,

estoy en la ruina de varios frentes,

pero mi casera me da cómodos plazos
que no debo cumplir por ahora
y me visita y dice me encanta tu casa,
es un detalle no mostrar que mi techo
es prestado en su nombre y cuenta,
el nido de golondrinas no está incluido
en el uso y disfrute ni el ipecé anual
aunque lo disfrute y use con mirarlo

como se vive un ajeno vuelo y feliz,

me engañaron una sola vez,
solamente tengo conciencia de ésa,
en la que se dijeran

qué inocente la poeta,
qué ojos tan grandes tiene
para mejor agrandarme,

una sombra que anda por las urgencias
padeciendo infartos, colapsos hipotecarios,
diarreas espirituales o intrínsecas,
en cambio aquí está la convaleciente,
durmiendo sola a pata suelta y corazón
tras muchas transfusiones de letras,

qué salud ofrece la paz del verso
ser valiente amén que consecuencia,

observo con la vida
que los trenes que vemos y cogemos
temiendo no haya más transporte anímico
a veces quedan detenidos
en las mismas estaciones,
donde palomos tontorrones
se desean y juegan aburridamente
en las vías suicidas
y los guardias de seguridad duermen
rezando un rosario de piedras
cuando los ladrones de versos
se alimentan de esperanzas o ilusiones,
y sin embargo vemos paisajes y oasis
porque nos dicen los nombres de lugares
a los pintados y nublos horizontes

y a nadie se le ocurre dudarlo
o decir mi mundo se acaba
salgamos corriendo yo primero,

así que no me quejo,
aún soy capaz de creer en milagros ateos
apeada de los miedos divinos,
las nuevas tecnologías
me traen el amor inesperadamente
con rezos de porvenir y poemas,
bautizándome el buen monte sensato
con otro raro que me escuche y piense
encontré mi alma gemela rara,

las mariposas invisibles también procrean,

todos se ríen y callan las sospechas,
cualquier hombre por serlo
es mejor hombre que ese raro jinete
por el simple hecho escénico
de tenerlo físicamente presente,
está claro que no soy nada práctica

las declaraciones de derribo social
las voy llevando dignamente,

que la vida es muy rara
es algo que nunca me dijeron en casa
aunque verdad es que algo extraño notaba
con tanta gente embriagada cantando,
en realidad no me decían sino rebelde,
con ello me dieron por educada suficiente,
lo bueno es que nunca me regalaron la opción
de ser sumisa, oyente o ama de casa corriente,
y rebusco en Freud, Carlos Cano, en Goytisolo

o en voladora santa paciencia poética

qué representa la vida a los cuarenta y siete,
resumiendo, qué más sinceramente se acomete
sino la libertad y su capacidad de formarse,
para qué nos crean adictos a los sueños
y nos negamos a jugar a las casitas barrientes
o aceptar compañías nada recomendables,

ya me cansé de preguntarme o responderme
en cada vela añadida a la tarta metafórica
por qué una es oveja solitaria o colorida
y en cambio observa perpleja
cuán inconscientes son los pastores
y no digamos sus perros guía.

Tengo cuarenta y siete años
y represento treinta y seis
por genética de soñadores,
pongamos que los tuviese,

recumplir pasados no es de mi interés
como aceptada insomne,

o mejor ochenta o diecisiete,
acarreo estupendamente cada fuego
y cada gota que apague la llama
donde me protege una luz que lleve,

aunque el pago de las facturas tengan
atrasos y atrasos pendientes

no pesan los versos vividos,

es mejor ser morosa con la muerte,
si hay préstamos de vida
que se nos ofrecen
y ni con remorir devolvemos
sus altos y acumulados desintereses...


De la obra de la autora, "Recuerdos y otros inventos".

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