No te asombres que tú también lo seas
una rama que se fija en la luna
solicitando pétalos de charol
y no ve el brillo de las estrellas
todos los seres diminutos por
lejanos
que nos hacen de la noche sombrero
tienen más luz que todas las lunas
del año
no te sujetes en su brillo olvida
que te encandila
y recupera la sensatez de los
libros
que de niña te hicieron invencible
pues solamente en tus modos podrás
observar
que la luna se alimenta de otros
seres
y que a veces la apariencia se
desvanece
cuando dejas de agrandarla
no te asombres que tú también lo
seas
una pizarra que el musgo ha cegado
y al resguardo del frío busques
calor en la luna
y que ninguna estrella vive que
todas son hielo
párate por un momento y olvidando a
la luna
fíjate en una estrella puedes
elegir
si te centras en ti misma y este
cielo negro
un pequeño destello propio es
poderosamente más fuerte
que un gran esplendor que es un
espejismo
la luz que eliges seguramente ha
muerto
hará tal vez millones de años
y sin embargo ahí la tienes sobre
tus ojos
cuando en esta noche es diamante en
tus iris
y mañana cuando despiertes del
miedo a la oscuridad
después de lavarte el rostro con la
lluvia de tus lágrimas
vuelve a mirar la luna esa gran
luna
y verás que nada resplandece que
todo es falsedad
hay quien ve el rostro de la envidia
o dos lunares de metal que por
supuesto no serán
no te asombres que tú también lo
seas
una mujer perdida en sus respuestas
pero regala tu mano al cielo
nocturno
y podrás ponerle el nombre que tú
quieras
a la lumbre astronómica que pasa
sobre nosotras
en los sueños que son verdad
cuando ignoramos la vanidad de la
luna.
(C) Marta Antonia Sampedro Frutos. De la obra "Estancia de hojas" (2016).