sábado, 2 de julio de 2016

Anhelos soñados, de Marta Antonia Sampedro


Cuando ya no queda nada

siempre conseguimos todo

y en los párpados vienen a buscarnos

el verde de las albahacas

que mantienen las lluvias de mayo

en las orugas recorriendo los caminos

y las dificultades que vemos ínfimas

en las memorias saqueadas

hay una senda por descubrir

cuando nada necesitamos

por ejemplo sin tener nada

percibimos las manos de quienes amamos

tocándonos las sienes blanqueadas

y en las soledades de lo que somos

sin nadie apresurándonos que devoremos

caminamos con sus frentes entre los labios

sabemos pervivir sabemos concentrarnos

en los detalles imprescindibles

de no tener nada nos sabemos completos

en los anhelos soñados

todos los misterios tienen sus puertas

y sus cerrojos que necesitan conocer mundo

y sin embargo se traspasa las fronteras del pan

para dejar diáfanos los subsuelos

y que todo caiga los árboles que nos alimentaron

comer por lo tanto no es conseguir mendrugos

sino la facultad de no mendigar

hay quien recibe limosnas de besos y halagos

y el horno –sin llamas- le quema los ojos

de modo que no comprendió nada

de cuanto se le dio regalado

pues se puede vivir de los signos crudos

beber en los sueños limpiados

cuando se descartan los espejos

porque no es preciso mirarnos

-para reconocernos-

son lagunas de los orígenes

cuando nada necesitamos. 



(C) Marta Antonia Sampedro Frutos (2016) 

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