domingo, 13 de marzo de 2016

Narcisa y el prójimo, de Marta Antonia Sampedro


Narcisa mostró sus principios
barnizados de vanidad
y de heces y de sangres
entre los gemidos de agonía
cuando la muerte entró al corazón
de quien le dio la vida
y luego las heridas de los extremos
eran más honduras de tristezas
mostró sus caras de pasión a sí misma
y a los pies del lecho ataúd
cuando el sufrimiento era garra insoportable
tranquila comía Narcisa patatas fritas y manises
el ruido de sus dientes postizos
y los envases plásticos en la voracidad
se mezclaban entre los quejidos del fin
expresaron todo cuanto era ella
esperando sin temor su aparición
pues la muerte ni la miró por fría
nadie advirtió siendo niña de Narcisa
y cuando halaga ya tarde se la detecta
pues jamás se llena sino de pena ajena
porque son sus espejos
la necesidad continua
de arrancar con dolor de otros
la pus rancia de sí misma
pero aumenta por gusto de ella
ahora Narcisa tiene conseguida su proeza
de la vil mentira cocinar ternura
mas no habrá quien purifique sus espejos
hasta en sueños verá ojos limpios
hermosos pies de senderos
y en la destemplanza consuelo
pero nunca serán los suyos
y seguirá envidiando al prójimo
especialmente toda riqueza y pobreza
pero jamás sostendrá un segundo
la verdad necesaria
formar la pluma de las nubes
las palabras coronarias de las brisas
la fortaleza de las caídas
cuando te levantas solo
con cien buitres acechando
ni la fe de las brillantes orillas
donde esperar el amor eterno
que nada le interesa
pues tan sólo masca patatas fritas
y manises Narcisa.


(C) Marta Antonia Sampedro Frutos (2014)

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