domingo, 7 de abril de 2013

Águilas contra el viento, de Marta Antonia Sampedro


Cinco cero siete
las flores ocultan
el humano trasiego
bajo la hierba se oxidan
los tesoros de alambre
caballos amordazados
jilgueros sin libertad
inventan todos los cielos
murciélagos diminutos
aves de trazos largos
los perros olfatean
el horizonte dorado
la ciudad es un dibujo
donde nadie habitara
estos campos deletrean
los golpes del tiempo
un anciano hace sombra
en el descampado de pétalos
los muros de agujeros
que ocultan desperdicios
suspiros y recuerdos
llora la muerte de un hijo
los tordos de los tejados
son cuartetos de su silencio
morir es sólo ausencia
que negamos aferrados
en la palidez de los suelos
el llanto que no se dice
y acude en la noche soñando
sabemos que hay otro mundo
porque vemos los aviones
y margaritas enormes
son del miedo girasoles
temo que en mis ojos
descubran los labios
del hombre al que amo
y quieran llevarlo
dejándome sin mirada
en la nada por lo tanto
el mundo que sentimos
coincide en otro cardinal
que percibimos callados
silencio significa improvisar
saltar la vida si podemos
las transiciones de los segundos
que se convierten en vuelos
una huella en barros
o en humo de los leños
la ciudad queda tan lejos
deshabitada en nosotros
el paisaje nos fortalece
águilas contra el viento.
  

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