domingo, 24 de julio de 2011

Hay tanto que llevamos..., de Marta Antonia Sampedro

Sentada en la tarde
escuchando los aullidos de los perros
y las nubes en sus rizos
en el agua se mueven azules
mientras Antonio va y viene
descifrando ladridos
observo las copas de los eucaliptos
y de qué modo en este julio extraño
el viento los agita fresco,
recuerdo con nostalgia
la maravilla de los árboles
que desde niña miraba en mi casa,
debajo del eucalipto la familia
o en el humilde colegio
y la paz de la sierra de Baños,
el granado y sus vidas diminutas
las higueras de los pueblos,
como digo a mi madre
borrado queda lo que tenemos
y recordamos cuanto vimos,
ella dice Hija mía
hay tanto que llevamos,
la tarde se va hundiendo
de sentidos que no mueren
y nos hacen lo que somos,
los perros escarban la tierra
y el humano piensa los años
unos niños juegan tan lejos
que ya no son niños
sino adultos que reconozco
en sus risas que no perdieron,
la nostalgia reposa en las manos
los tiempos que nos peinaron,
en la armonía de los árboles
la tarde en la grava se duerme
y escucho los pasos del tiempo
concentrados en mi pecho
la savia lenta de los vuelos,
tan sencilla queda la tarde
en las ramas de los árboles
se ondulan caras del ayer
como las nubes en el agua
y un sentimiento homogéneo
traspasa la mirada tranquila
sin gramáticas ni frases vacías,
la nostalgia recubre la tarde
y pienso es cierto que somos
lo que de amor vivimos.



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