viernes, 22 de abril de 2011

Si Dios estuviese en los tejados de la noche, de Marta Antonia Sampedro

Si Dios estuviese en los tejados de la noche

como las sombras de las nubes en luna llena

confusas de sonámbulos en el tatuaje de las grietas.

Y se cobijara con nosotros en las tinieblas
y pudiese adivinar qué llevamos por dentro
al cerrar los ojos y vivir cuanto ya no tenemos
tan amargo y digerido mil veces descartado
por la vida arrepentida y su apetito que no cesa.

Si Dios estuviese al acecho en los tejados de la noche
y tal vez apaciblemente sin amenazas acudiera,
yo miraría los tejados de otra forma cuando anochece.

Sin embargo en ninguna noche acude a saber,
a mirar cómo se viven los sueños quietos
y corregir algunos tumultos que nos angustian.

Y así nos adelanta la vida entre deseo y desdicha,
esperando a que Dios se apiade
de qué somos por su culpa rotunda
y se acomode en los tejados de la noche.

¡En caso de que exista!
Me gusta pensarlo así. 


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