lunes, 15 de febrero de 2010

Los días se irán, de Marta Antonia Sampedro

Sé que llegaré a la vejez,
donde el ayer será un suspiro
tan lejano y nos persigue,

donde los huesos crujen

y se oyen los órganos
demoliendo pensamientos,

que seré ceniza previa,
objeto de un capricho,
estorbo de trastero.

Sé que vendrán y revisarán
estos iris despiertos,
estos dedos que escriben,
la mente que no cesa
estos pies de senderos.

Vendrán con victorias
a observar mis derrotas,
seré quien ahora soy
y ellos verán a otra,
seré la sombra rota,
alguien olvidará lo que soy.

Sin preguntarme definirá mi sílaba,
vendrán los días buenos
a buscarme en los sueños,
y de mañana
tarde
noche
o ilusamente esperando
un pájaro se posará en mi rodilla
mientras busco mi lecho,
mientras despierto un recuerdo.

Vendrán si estoy sola
aunque quiera olvidarlos,
vendrán si no puedo
porque mi voz esté muerta
y sola seré otra,
hora y hora una sola.

En este preciso momento
me veo tras de la puerta,
escondiéndome -y no quiero-
cayéndome -con la última fuerza-.

Veré mi vida en las manos
de las infames decisiones,
de las verdades,
de las mentiras,
de la nada importante.

Los pronombres personales
abundarán sobre mi nombre
ya borrado en mi persona,
y como manga del revés
los días se irán,
tachados para la vida,
firmas de la ausencia.

Y espero que dios sea capaz
de quitarme la sola memoria
y permita honestamente
que no sepa quién fui sin vejez.

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