El mejor de los poemas
me lleva de la mano desde temprano
aunque ese día ser poeta no quiera
-todos tenemos días incompletos-.
Cuando sola visito la plaza
y los ángeles de bronce señalan
cielo pintado de sílabas vanidosas
que se desvanecen mayúsculamente
mientras sus aves burlonas las
quiebran
entre el correr del agua plomada,
cuando paseo por los barrios
pobres
y no hay dios o no lo veo de
ninguna manera
pero encuentro a hombres y mujeres
que alguna vez creen haberlo
saludado
porque bienestar social les ha
dado bonos
para el pan de cada día
o un calendario con santo,
cuando pienso que los hijos de
todas las madres
es posible que sepan que no
solamente envejecen
años arrugas artrosis amnesias,
sino olvidos omisiones ológrafos
perdidos
esos desamparos llamados tristezas
aisladas
y regresan al beso materno y a las
dudas.
El mejor de los poemas
a veces se escribe muy solo
aunque ese día no se quiera ser
poeta.
Cuando amar es un abuso disfrazado
y en las tildes de la mentira
resaltan en negrita
todos los mejores bufones
acróbatas
de los paraísos más usados y
vendidos.
Cuando los ejércitos maldicen los
pueblos
a cambio de una migaja de poder
y dos bocados de disparos
se revolucionan los versos
de cualquiera que entienda de
muerte fresca.
Cuando pienso que todos los poetas
llevan sus riquezas en un bolsillo
estrecho
que de vez en cuando revienta por
sus costuras
más tiernas,
y aún puedo ser la niña que fui
sin que nadie me compre con
palabras
por no entender del redondez de
monedas
sino de perros, dientes que caen,
agua y piedras,
soldados de papel y generales sin
banderas,
y los apartan de todos los sitios
silenciosamente
porque valoradas del cero al diez
consideran inapropiadas todas las
respuestas
de su comandancia en Letras.
Y luego llega la noche y sus
sentencias
y se amontonan con sus ruidos
sus circunstancias y sus hazañas
blandas
y se deben reunir calamidades y
esperanzas
para dormirlas en sosiego
anestesiadas.
Cuánto verso queda a las puertas
del sueño
mas cuánto se pierde de día, entre
los silencios.
Cuando ya no queda nadie sino el
poeta
los modales quedan llenos de
comparecencias.
Es entonces cuando se escribe
con los ojos cerrados
el mejor de todos los poemas.
(C) Marta Antonia Sampedro Frutos
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