Y
por unos días fui un dios
tomé
el barro de tus lágrimas
la
sombra de tu encina
giré
las auroras
que
siempre indicaban sur
y
un día había un hombre
que
no se reconocía
comía
delicadamente
y
devoraba a bocados
las
sobras que escondía
su
piel era más fina
que
las nubes
y
su alma un tatuaje
sin
embargo recordé
que
dios también quiso amar
pero
ni convertido en hombre
aprendió.
(C) Marta Antonia Sampedro Frutos (2012).
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