Barcelona es un túnel
donde el mundo se concentra
en vías de sangre y maletas.
Los idiomas y sus rostros
que cada quien lleva
entre escaleras mecánicas
y puertas digitales sin dedos.
Hormigones y cementos
compañeros de un pueblo
de luces a consumo alto
apurando la crisis de las existencias.
Acude el tren y sus vértigos,
ese aroma abrumador
a soledad pendiente.
Temperatura exterior diez grados,
tren a Puigcerdá ilusiones bajo cero,
pasaje húmedo en las manos,
silencio con destino a los años.
Barcelona es un túnel pan de hierro
y paneles frenéticos sabor a rayos.
¿Adónde vamos todos?
A las nieblas de noviembre.
Sus andenes de óleo
donde alguien está ausente
Hormigones y cementos
compañeros de un pueblo
de luces a consumo alto
apurando la crisis de las existencias.
Acude el tren y sus vértigos,
ese aroma abrumador
a soledad pendiente.
Temperatura exterior diez grados,
tren a Puigcerdá ilusiones bajo cero,
pasaje húmedo en las manos,
silencio con destino a los años.
Barcelona es un túnel pan de hierro
y paneles frenéticos sabor a rayos.
¿Adónde vamos todos?
A las nieblas de noviembre.
Sus andenes de óleo
donde alguien está ausente
y se hiela esperando.
Próxima parada la noche,
alguien en noviembre duerme.
Y pasan las nieblas
posando ángeles en los pies
en estos paisajes ya soñados
y estas ventanas de galería cerrada
donde los árboles son fantasmas blancos…
Tren a Puigcerdá, vía ocho.
Nieblas y ausencias.
Próxima parada la noche,
alguien en noviembre duerme.
Y pasan las nieblas
posando ángeles en los pies
en estos paisajes ya soñados
y estas ventanas de galería cerrada
donde los árboles son fantasmas blancos…
Tren a Puigcerdá, vía ocho.
Nieblas y ausencias.
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