“Amé en los día de abril, durante
aquellos delirios de juventud en los que nadie podía ser apartado sin una razón
válida: ser fascista o alérgico a la libertad, destructor de poemas, burlador
de mujeres libres, mezquino en sueños reales, ciempiés con ambiciones por ello…
también amé en los días de mayo, cuando mi cuerpo al ritmo de un lápiz escribía
atento la senda que en mi mente trazaba la ilusión: ir a hacia ningún lugar,
permanecer fiel al destino de la tinta, rebuscar de nuevo la huella de mañana,
construir sin vacilar un cuerpo etéreo que en las noches fuese visto aunque… no
olvidaré que en junio mi risa era aquella sonora risa al ver sus ojos verdes y
negros, sus dientes mordiendo el tiempo de esperas: hola, adiós, hasta luego…
te quiero, sonaba un timbre, un reloj, una bocina, por las calles sólo uno
importaba en la gran ciudad y mis paredes a colorines, ir, venir, quedar,
mirarnos, así que… asomaba el mes de julio y los trigos se mecían en el asfalto
derretido a besos estivales en la miel de mi verso, pronombres y distintos
verbos al calor: la hoguera de su cuerpo, su arena de piel morena adentrándose
en la playa como un delfín silbando en mi pulso, el astro silencioso que nos
arrastraba hacia adjetivos sin depurar y: acechaba agosto y al letargo del
respiro dormía mi sueño entre la sombra de sus brazos, ser nada más que un ser
que vive era alcanzar la perfección: andar para qué lugar, dónde, trabajar
cuándo, para qué, dormir, cerrar los ojos y perder los sueños, escribir labor
sencilla para estudiosos del hastío, sólo sus senderos el papel que yo podía
calcar cuando: en septiembre línea a línea garabatear reflejos al atardecer
eran sus dedos, al viento de su pelo permanecer eterno en un tiempo sin
recuento: la sabiduría perder el credo sin saber que fueron molidos los trigos,
repletos de momentos en el agua de su seno quedó el recuerdo para el verbo,
ajenos al futuro y sin embargo… en octubre no murieron, sino ráfagas
desperdigadas fueron los sueños: hombre tú, mujer yo para entretenerlos cuando
otoño avisa de los tiempos”.
© Marta Antonia Sampedro Frutos. Abril de 1.996.
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