Quién sabría que tu día era aproximado
porque los lechos finales no son
las camas que venden los comercios
sino las obscuridades y las mentiras
de la última mirada de un desconocido
que te abre en dos y luego en cien
para que asome la muerte y su firma
buscando el día exacto
donde nadie duerme algún sueño
tu lecho está ubicado
en la planta sótano homocigótica
local destinado a plaza de aparcamiento
con cerramiento mecánico eléctrico
la participación indivisa del olvido
número de finca desierto del rencor
para quien nunca tuvo vehículo
será posible que la conciencia
de quien te deja peor que muerto
alguna vez tome cuerpo eterno
-sería bonito que de fantasma-
pero ahí estás en las cenizas
ocultado al recuerdo en un garaje
disfruté que hablases ruso
por la calle de Isaac Peral
aquellas risas que esparcíamos
hablando de la revolución y Lenin
con tu blusa prestada y un café
finalmente o mejor dicho qué desgracia
un muerto no toma decisiones
estoy segura de que no quieres
pasar tus primeras noches de muerto oficial
en el sótano donde los coches
-tus gritos se oyen desde las cenizas-
pero ahí estás grisáceo oscuro
de tan ausente liviano en el ánfora
y si te sirve ya de causa
a todos nos parece un espanto
se nos resiste comprender
la venganza
homocigótica
de todos modos tú sabrás
que lo mejor de los cobardes
es que nunca sueñan ni estando vivos
cuando arrancan los gritos muertos en el garaje
porque saben que esconden las revanchas
en la urna de un hermano.
(C) Marta Antonia Sampedro Frutos
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