Mientras
las nubes nos traen el agua
que
no sabemos dibujar
ni
seguir su hilo preciso
hasta
el fondo de la tierra,
mientras
llueve y se detiene
el
gorrión que picotea pan seco
la
cigarra agarrada al limonero
o
los perros por las calles
están
echados al sonido de la lluvia
bajo
los tejados de las puertas de hierro,
mientras
las hojas se doblegan
al
peso de la tormenta
que
empaña el aire de pensamientos
y
mientras llueve no hay tiempo
ni
de medir el espacio
ni
siquiera sopesar qué somos
tras
las persianas verdes,
mientras
viene de las montañas el miedo
a
decirnos que un segundo es la vida,
el
estruendo final de la fuerza
los
rayos que hacen crujir las higueras
y
los campos comen agua y plásticos
el
tiempo se escapa de las manos
donde
nunca fue dueño,
mientras
tanto los ladridos de los perros
es
un aprendizaje diario a la muerte
que
nos deja huérfanos sedientos.
(C) Marta Antonia Sampedro Frutos
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