Hay algo más grave que morir
dormir sin tiempo de soñar
preguntar a solas quién eres
responder a solas quién soy
romperse la mano
y no escribir besos
mientras ojeamos abrazos
quebrarse un pie
y mirar el campo
tras la ventanilla de un bus
hay algo más grave que morir
amar a quien sabemos
jamás nos amará
si nos quedamos sin nada
pero algo es algo
que la tierra dé directamente
en la cabecera de la cama
y no sepamos
por qué el mundo es esto
que nos aprecia número
y sin embargo su luz de arena
inspira sospechas
gusanos quemados
en las paredes tras los cuadros
haciendo cincos y ochos
y no sabemos si el mañana
está pendiente de llamarnos
hay algo más grave que morir
llenar los ceniceros
de razones evaporadas
que nos asedian
cumplir con la fianza
donde nadie nos acusó
pero somos condenados
partir días como el pan
bebiendo segundos de pozo
para sostener el estómago
y no vomitar el tiempo
que nos impedía comer riendo
hay algo más grave que morir
recordarnos ajenos en los sueños
viajar con otros pasajes
que inventamos y son cromos
ver pasar la vida
y no pararse en los verdugos
creyendo que la indiferencia
nos hace mártires perfectos
pero somos víctimas del silencio
quién soy quién eres
hay algo más grave que morirse
y dejar las fuerzas quietas
de todos modos morimos
cuando olvidamos
que el mundo es un descampado
donde las vallas se traspasan,
hay algo más grave que morirse…
y mientras el auto plateado
se aleja como una polilla sin alas
siento que cada mundo
se forma entre los viejos zapatos
aunque la muerte diga cuanto diga
el caso es seguir viviendo.
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