A eso de las nueve y media
ya no huelen los jazmines
y a las nueve y media como siempre
quizá porque en las puertas
los gatos son como relojes
de cuyo tiempo se responda
cada cual en su distancia
a eso de las nueve y media
cuando pasa el rubio triste
y ya no quiero verlo
como si yo fuese ya otra
que sabe que amó y no piensa
y me es indiferente
recordar lo cierto e inventa
como los gatos en la sombra
otro modo de apropiar el tiempo
porque faltaron tantas palabras
que todas murieron
antes de ser formadas
y ahora a eso de las nueve y media
me asusta saberme otra
alguien que ya no ama
y el tiempo donde los jazmines
son jazmines sin más
es mi tiempo al que renuncio
conforme y sin vuelta
bebiendo letras y abecedarios
cómo es posible que una poeta
deje de amar incluso al rubio triste
que la mira como a otra
en sus otros ojos
que ya no miran nada
y ahí se siente la muerte
con su ausencia de dolor
a eso de las nueve y media
cuando los jazmines
parecen ráfagas blancas
asomando por la cal herida
confirmo a mi pesar
que nada es necesario
cuando dormida se vive
la vida de los jazmines
hasta las nueve y media
y luego ellos mantienen el día
donde ya no quedan
más recuerdos importantes
por ejemplo las lunas grandes
y sabemos porque amamos
alguna vez sin comenzar
por la primer página
que de toda una vida
sólo días sueltos son felices
contaremos por lo tanto
que el amor hace morirse
y la pena resistir
justamente son las nueve y media
y regresa el rubio triste
a comprobar mis ojos de otra
entonces aseguro que no lo conozco
que jamás lo vi porque dejé de soñarlo
envolviéndome en toallas
y sigo la calle mirando
cómo los jazmines duermen
y sueñan como todos
con otros pétalos y nuevas aguas.
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