En los cielos abiertos
de las noches de mayo
aparecen sus recuerdos
entre las burbujas del pantano
donde los muertos que tienen vida
se cuentan por miles como peces,
acaso usted nunca vio cómo el mar
es un pantano entre olivos dormidos
cuando dos se aman antes de amarse,
acaso no amó tanto un destiempo
que inventó barcos en mis manos
donde amar lejos de la tierra
es la aventura más perfecta
que retiene un nombre que se cuida
y de nuevo regresa al agua
que le dio una quimera cierta,
todos los eucaliptos tienen un verso
marcados a heridas que sanamos
pintados a palabras y besos
dejados en las orillas de barro,
seguramente usted sigue en su idea
como aquella persona ausente
que murió y existe sin milagro
y su cadáver todos conocen
porque guardaron su esquela
y lastiman el día en que erró conmigo
y yo acerté al tocarlo tiernamente,
y recrean su muerte medio verdadera
para rezar su desdicha quieta
que le hace dudar si respira y piensa,
usted no se persigne antes
de verse muerto en el espejo de la estrella
y de que yo deje de escribirle
por todos los caminos de piedras
versos de amor y alguna pena,
cierto que en la espera a usted
desperdicié varios poemas
y los eché a los cuervos de mal pelaje
pero nunca he muerto dos veces
por más que en usted no piense
y esos borradores ni los recuerdo
-fue un coma con punto final
de las malas epopeyas-,
usted sabe que tenemos un juramento
usted sigue viviendo su muerte
y yo sigo esperando su vida,
por mucho que crezcan los pantanos
y sumerjan nuestros besos
todas las mañanas
hasta los muertos tienen
la posibilidad de aparecerse,
sabe usted que es mi sombra
me persigue más que los dioses
yo sé que su linterna,
de todos modos la vida
nos lleva a soñarnos imparables
y de sentidos borrachos
en los campos que nos ven
en las aguas que se acercan,
por qué usted llora a solas
por qué sola yo escucho sus gemidos
como alguien que está muriendo
y me sigue diciendo en voz baja
que no esquive las aves
en los montes y carreteras
y si han de morir que mueran
porque soy más que una de ellas
y usted el cuerpo que más quiero,
usted sabe que mis vuelos
se fueron con sus pasos
y yo sé que mis versos
crecieron en nuestros adioses,
volveré a quitarle espinas a sus labios
justo en el cruce de Linares-Baeza
un día de estos me va bien su hora,
repararemos juntos como usted desea
las tildes de los olvidos tóxicos
que caen como tormentas de azúcar
porque usted sabe de ciencia
y yo le pregunto de letras,
y ahora es mayo de dos mil once
usted va comprendiendo
cuando me sueña
que sigue vivo aunque no quiera.
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