Hay un momento en la vida
un zas extraño y repentino,
tal vez puede asomar
en el agrio jazmín de otoño
o el verde membrillo,
un momento más rápido
que pensarlo ordenarlo sentirlo,
recordar un olvido y construir
el espacio ocupado y vivo,
cuando todo se concreta
en el faro que perdimos
el sentimiento primario
ahogado en los pantanos,
cuando giras la mirada y ves
todo lo que está lejano y turbio
como el cristalino hundido:
A tu hermano pequeño
durmiendo en la silla
y los pies le cuelgan
al consuelo de la música
y ya está lejos de tus manos,
a una niña que eres tú
y sin embargo no eres ella
aunque sea tu nombre conjugado
en hilos de color en la tiniebla.
Y en un suspiro la vida te devuelve
cuanto más supiste seguro y fijo:
Los alcauciles las habas las espigas,
correteas y alguien contigo juega
-el viento la luna las hojas-,
el tiempo la higuera el escondrijo,
los gatos el granado los tejados,
el pozo las manos las trenzas.
Y todo lo presente queda vacío,
el auto la casa el género,
el mundo sus recuerdos y recursos
amarrados a los tobillos te pesan.
Entonces más allá de ponerse triste
una espera la vida como ausente,
por si viene otro zas extraño y repentino
y nos devuelve los pasos.
un zas extraño y repentino,
tal vez puede asomar
en el agrio jazmín de otoño
o el verde membrillo,
un momento más rápido
que pensarlo ordenarlo sentirlo,
recordar un olvido y construir
el espacio ocupado y vivo,
cuando todo se concreta
en el faro que perdimos
el sentimiento primario
ahogado en los pantanos,
cuando giras la mirada y ves
todo lo que está lejano y turbio
como el cristalino hundido:
A tu hermano pequeño
durmiendo en la silla
y los pies le cuelgan
al consuelo de la música
y ya está lejos de tus manos,
a una niña que eres tú
y sin embargo no eres ella
aunque sea tu nombre conjugado
en hilos de color en la tiniebla.
Y en un suspiro la vida te devuelve
cuanto más supiste seguro y fijo:
Los alcauciles las habas las espigas,
correteas y alguien contigo juega
-el viento la luna las hojas-,
el tiempo la higuera el escondrijo,
los gatos el granado los tejados,
el pozo las manos las trenzas.
Y todo lo presente queda vacío,
el auto la casa el género,
el mundo sus recuerdos y recursos
amarrados a los tobillos te pesan.
Entonces más allá de ponerse triste
una espera la vida como ausente,
por si viene otro zas extraño y repentino
y nos devuelve los pasos.
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