Los surcos de la tierra en los sembrados
me avisan de los ojos que aún amo,
a su mirada la tierra me acerca,
en vahos de animales de carga
y soles de luz rebelde
doblegados por luna entera.
Qué tren me adentra en este destino
al que me entrego,
por desconocer sin ti qué tengo,
huyendo de llantos agotados
y versos malheridos,
vivos días que murieron...
Al besarte, perdí mi turno de mayo,
de mujer que progresa,
y dejé de ser pobre, rica,
apagado lucero, diurna luciérnaga,
nenúfar a la deriva y perdida maleta
-yerba andaluza hecha trizas-.
Búscame desde Linares,
en esta noche de Tánger,
donde recuento presencias
sin encontrarte
las arenas a tu cabello,
ni las uñas estriadas que rozaran
tus labios que me llaman,
desde cada aceituna que Jaén pariera.
Regresemos, amor de mi condena,
y plántate ante mí con tus rubias cejas
que dora Sierra Morena.
Que ni tierras, mezquitas
o cuerpos..., todo es piedra...,
harán que sea quien renuncie a amarte,
y otros ojos suplanten tu mirada perdida,
adivinándome el rumor de promesa a espera,
por las calles de Tánger.
Del “Cuaderno de Marta Antonia”. “Cuadernos de Penélope”.
me avisan de los ojos que aún amo,
a su mirada la tierra me acerca,
en vahos de animales de carga
y soles de luz rebelde
doblegados por luna entera.
Qué tren me adentra en este destino
al que me entrego,
por desconocer sin ti qué tengo,
huyendo de llantos agotados
y versos malheridos,
vivos días que murieron...
Al besarte, perdí mi turno de mayo,
de mujer que progresa,
y dejé de ser pobre, rica,
apagado lucero, diurna luciérnaga,
nenúfar a la deriva y perdida maleta
-yerba andaluza hecha trizas-.
Búscame desde Linares,
en esta noche de Tánger,
donde recuento presencias
sin encontrarte
las arenas a tu cabello,
ni las uñas estriadas que rozaran
tus labios que me llaman,
desde cada aceituna que Jaén pariera.
Regresemos, amor de mi condena,
y plántate ante mí con tus rubias cejas
que dora Sierra Morena.
Que ni tierras, mezquitas
o cuerpos..., todo es piedra...,
harán que sea quien renuncie a amarte,
y otros ojos suplanten tu mirada perdida,
adivinándome el rumor de promesa a espera,
por las calles de Tánger.
Del “Cuaderno de Marta Antonia”. “Cuadernos de Penélope”.
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