Hay una
alegría que emana,
una
alegría que sobrevive
a cuanto
nos hiera la desdicha,
una
alegría por encima
por
debajo, al frente, a las huellas,
una
alegría más allá de las fronteras
de
llantos, hambres, desamores, penas,
una
alegría con la que se nace
al compás
del llanto y la sangre,
una
alegría que nos envuelve
por cada
lágrima vertida.
Es la sal
y el azúcar,
lecho
y oxígeno,
es el
agua y la blanca harina,
esa
alegría que ahuyenta
fantasmas
y cobardías,
esa
alegría alhajas de envidias
que no se
heredan
y es
imposible obtenerlas,
esa
alegría es la propiedad privada
inmensamente
más rica
que todo
cuanto abarque tu vista.
Esa
alegría es la madre de la Vida,
esa
alegría,
protégela
de mentiras,
esa
alegría...
(C) Marta Antonia Sampedro Frutos.
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