del destino
de la hierba
formada en
los días
de Gembloux.
Pero mi
espera cultivada,
conclusa,
de arbusto
perdido,
me abrazaba
sola,
y sola quise
alimentarla,
para que mis
lágrimas
abonaran la
raíz nueva,
biodiversa,
que me
formara mujer
de otra
espera.
Y después de
un luto,
paradigma sin
sentido,
exiliada de
espinas
Marzo te
abría las puertas
a un Linares
agridulce,
con perfume a
sílabas
de
arracachas, romeros
y tomillos.
Los Andes y Sierra
Morena,
microscopio
de sentidos.
Luego Abril
preciso,
donde las
hojas, modificadas,
presentían la
llegada
de soles no
pintados,
y estrellas
cosechadas.
Mayo despertó
sembrado,
como vuelan
los dedos
de quien
alegre baila,
la
resurrección impensada,
sin
protocolos.
Hipótesis la
exploración
de nosotros,
y esas voces
lejanas,
que
sorprendían tu reposo
de semilla
oculta regada.
Y siempre
Lima tu huerto.
Linares mi
cuaderno.
Y las
palabras,
las más
presentidas,
por vivas
sustancias.
Porque la
ciencia y la poesía,
qué son para
la vida,
sino un
puñado de tierra
que sujeta
las raíces
de tu
orquídea y mi jazmín
-células y
quimera-,
donde la
noche nos sorprende,
con su
hermosura secreta.
(2003)
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