sábado, 5 de noviembre de 2011

Seremos la clara noche, de Marta Antonia Sampedro

Seremos la clara noche
siguiendo a ciegas o a veces tuerta
y sin revisión de los dioses
la mirada del atrás
que nos da estos ojos que saben
el cuerpo perfecto del recuerdo
una flor duerme
en las tranquilas tardes de María
mientras el hombre que me señala
-“¿quieres que te diga tus penas?”-
nos apunta con el arma bíblica
junto a la tumba
de quien me amó desde niña
fuerzan a oler
sus rastros de hurones
exigen nuestro perdón
por tener la vida que elegimos
sin contar con ellos
impedidos para fusilar
el silencio de los muertos
disparan al sentimiento de los vivos
seremos siempre la clara noche
donde no se hable de dioses
y María seguirá quieta
en las tranquilas tardes
donde la lluvia le llega
en la humedad de la tierra
ellos repiten que Dios es amor
pero todo es rastro de hurones
las gentes que amamos
los tiempos que nos centran
no usamos a Dios
para temas sin importancia
por ejemplo vivir
ni entramos en las madrigueras
donde la gente simplifica la paz
también llamada libertad
que se adquiere con la vida
y como vemos con la muerte
para ordenarles lo que piensen
para establecer lo que sientan
en las tranquilas tardes de María
duerme una flor
que los hurones no muerden
y se quedan a la espera
de su efímera eternidad
como locos desahogados
en propiedad de respuestas
Dios es amor Dios es amor
¿y quién es Dios?
sé quién fue María
parte de la clara noche
aún recuerdo su voz.

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