Cinco golondrinas vuelan
todos los días junto al mar
saladas y ligeras
papel de calco parecen
nubes de tormenta desarmada
o cielo oscuro en pedazos
rozan los barcos sin ancla
zurciendo las velas
con hilos de fuerza
carbón tan veloz
venido del interior
donde eran hielo negro
de los antiguos inviernos
cuando arden los olivos
de cenizas y de sudor,
juegan con las tardes
a ser cometas perdidas
cuyos nidos sean las olas
que arrastran a las arenas
el tiempo que no existe
la marea que en sus picos
cobija la tierra de sal
o la descubre al despertar,
dónde dormirán de noche
las cinco golondrinas del mar
cuando descansan sus alas
en la oscuridad de la existencia
y las sombras de las costas
y los horizontes de las sierras
son vigilias de las lunas quietas
sueños nuevos por llegar
que reescriben en las aguas
y borran de las piedras
las palabras que no importaron
y a los párpados llegan
volando en los ojos gigantes
y al eco enorme
de sus llamadas van
cuando las quiere abrazar el mar.
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