Es enero y siempre es enero,
en tu recuerdo que no olvido
la guía es un silencio,
Hija mía el amor es eterno,
y en las noches de los cipreses,
tu presencia tan adentro
de los eneros y los noviembres,
contigo se desvanecen las tristezas
y los olivos de las nieves,
en las fuerzas que renacen
en las flaquezas que mueren,
tú eres, padre,
quien forma mis horas
y moldeas los días
donde mis manos no se pierden,
el fuego forma tus pies
donde persiste ser valiente,
y no muere el río que en su canto
nos enseñó a ser río
en las piedras redondas
y sus caudales dignos,
ni muere el árbol que nos dio
las hojas más necesarias
para seguir el camino.
(C) Marta Antonia Sampedro Frutos (2011)
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