Te has tomado días libres
para visitar el mar sin mí
y sin las posesiones de las sílabas
las metas que siempre avanzan
dejándonos caer en la desgana
comprobando nombres en los barcos,
que pasees la resurrección de tus deseos
sobre los picos de las olas
y mis ojos no veas escribiéndote no voy,
la arena se filtre en tus pasos y los tiempos
borrando que existo tras el mar que te cubre
en cada recuerdo de risas y dolor
y el faro de todos los puertos indique vuelos
de aves y desiertos que no queremos ver,
mires alguna posibilidad de no ser yo
esa lejana que escribe barbaridades,
y tus ojos agrandados por respuestas y palabras
del arco más próximo a tus manos
sirva de camino a la cercana flecha de amar.
Yo también me tomo mis días libres,
repaso las hojas de olvidos y encinas
escucho ecos que no hay quien calle
recorro caminos nuevos que visité
hace unos mil quinientos siglos
configurando la confesión de no estar ya,
observo el sol que cae como dios crucificado
mostrando la espalda a aquel mundo puritano
que otro año las aves recitan vuelos
y desde tierra las aviso queda lejano el cielo,
después me dices no he podido verte,
después te digo no puedo ir mañana lo sé,
y en los días extasiados de no encontrarnos
regresamos a las mismas sílabas
sabiéndolas esta isla de desiertos.
para visitar el mar sin mí
y sin las posesiones de las sílabas
las metas que siempre avanzan
dejándonos caer en la desgana
comprobando nombres en los barcos,
que pasees la resurrección de tus deseos
sobre los picos de las olas
y mis ojos no veas escribiéndote no voy,
la arena se filtre en tus pasos y los tiempos
borrando que existo tras el mar que te cubre
en cada recuerdo de risas y dolor
y el faro de todos los puertos indique vuelos
de aves y desiertos que no queremos ver,
mires alguna posibilidad de no ser yo
esa lejana que escribe barbaridades,
y tus ojos agrandados por respuestas y palabras
del arco más próximo a tus manos
sirva de camino a la cercana flecha de amar.
Yo también me tomo mis días libres,
repaso las hojas de olvidos y encinas
escucho ecos que no hay quien calle
recorro caminos nuevos que visité
hace unos mil quinientos siglos
configurando la confesión de no estar ya,
observo el sol que cae como dios crucificado
mostrando la espalda a aquel mundo puritano
que otro año las aves recitan vuelos
y desde tierra las aviso queda lejano el cielo,
después me dices no he podido verte,
después te digo no puedo ir mañana lo sé,
y en los días extasiados de no encontrarnos
regresamos a las mismas sílabas
sabiéndolas esta isla de desiertos.
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